El ministro talibán de prisiones anuncia que retomarán las ejecuciones y amputaciones pero no en público
Nooruddin Turab, uno de los fundadores del grupo integrista, alega motivos de seguridad y para disuadir a la población
Por motivos de seguridad y para seguir la ley islámica. Esa es la principal razón que ha alegado el ministro de prisiones del nuevo régimen talibán e integrante del núcleo duro de los talibanes desde su fundación, Nooruddin Turabi, para sostener su propuesta de retomar las ejecuciones y amputaciones de manos.
Del primer gobierno talibán (1996-2001) uno de los principales horrores que se recuerdan eran las ejecuciones en público, y en ocasiones frente a las multitudes en estadios, que también han llevado a cabo los yihadistas del autodenominado Estado Islámico. En una entrevista para la agencia AP, Turabi hace caso omiso a la preocupación sobre las ejecuciones públicas instando a la comunidad internacional a que no se interponga en las políticas del nuevo gobierno afgano.
«Todos nos criticaron por los castigos en el estadio, pero nunca hemos dicho nada sobre sus leyes y sus castigos», dijo Turabi en Kabul. «Nadie nos dirá cuáles deberían ser nuestras leyes. Seguiremos el Islam y haremos nuestras leyes en función del Corán».
En caso de asesinato, la familia de la víctima solía disparar a la cabeza del condenado si no aceptaban la opción de «dinero por sangre» para permitir que el culpable pudiera salir con vida. Otro de los castigos, en este caso para los ladrones, era la amputación de una mano, y si el hurto tenía lugar en carretera, en ese caso además se le amputaba un pie.
Seguridad
«Cortar las manos es muy necesario para la seguridad», aseveró Turabi en la entrevista con AP, insistiendo en que tales medidas tienen un efecto disuasorio entre la población. Eso sí, lo que parece menos claro es que hagan públicos estos castigos.
Una vez que el foco mediático se ha apartado del nuevo régimen talibán, en el poder desde que tomaran Kabul el pasado 15 de agosto, los peores presagios parecen cumplirse a marchas forzadas. A la discriminación sistémica y maltrato hacia las mujeres y niñas, la endémica crisis económica y humanitaria, se une la interpretación ultraconservadora y radical de la ley islámica pese a que la nueva élite talibán se sirva de los cambios tecnológicos y sean activos usuarios de redes sociales y teléfonos inteligentes.
Según da cuenta AP, el régimen talibán de momento ya ha recuperado uno de sus castigos más empleados durante su primer gobierno: avergonzar públicamente a los hombres acusados de pequeños robos.
NO SE ANDAN CON CHIQUITAS
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