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domingo, 19 de septiembre de 2021

EL BOTELLÓN

 Y LAS MALAS COSTUMBRES

Vivo en la plaza del Sol, en el Oviedo antiguo. El pasado viernes 10 de septiembre regresé de viaje de avión. Tomé el autobús a Oviedo y llegué caminando en torno a la una de la madrugada del sábado a la plaza del Ayuntamiento. Al bajar hacia la calle Carpio una multitud de jóvenes que hacían el botellón me impedía acceder al portal de mi casa. Dado que la actitud de la mayoría con quienes me iba encontrando era la de ignorarme, opté finalmente por coger mi maleta en brazos y abrirme paso como pude. En ningún momento fui maleducado, pero, aun así, algunos jóvenes me increparon al pasar. Tardé un buen rato en poder cruzar entre la multitud y llegar a mi casa. Una semana después, en la madrugada del sábado 18, otra multitud de jóvenes inmersa en el botellón ha estado gritando y berreando toda la noche. Pese a que mi casa tiene unas excelentes ventanas y yo duermo en una habitación que no da a la calle, me he despertado en torno a las 4 de la mañana y no he vuelto a poder dormir. La masa ululante no ha cesado su actividad hasta las 7 de la mañana, cuando los operarios y una estruendosa maquinaria del Ayuntamiento han empezado a recoger una calle repleta de bolsas, vidrios y basuras. No he visto actuar a la Policía Local. Poco a poco, los jóvenes (muchos de ellos tambaleándose y gritando en grupos) han abandonado una calle inundada de orín. La calle entera se había convertido en un estercolero y un urinario. He grabado vídeos y sacado fotografías, y pondré una queja en el Registro del Ayuntamiento de Oviedo. Aun así, me gustaría denunciar esta situación desde este periódico y señalar directamente a las autoridades locales de mi ciudad, comenzando por el propio alcalde, que trabajan, por cierto, al lado de donde yo vivo, porque considero que es responsabilidad suya el impedir y, en todo caso, el atajar este tipo de atropellos. Supongo que el valor de los derechos y libertades individuales alcanza a quienes trabajamos por el día y queremos descansar por la noche. Somos muchos los vecinos del Antiguo que consideramos que se han cruzado ya demasiadas líneas rojas.

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