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miércoles, 30 de diciembre de 2020

LOS SIETE ERRORES DE ALEMANIA EN LA GESTIÓN DE LA PANDEMIA.

 Los siete errores de Alemania en la gestión de la pandemia

La segunda ola ha supuesto un embate para los alemanes y al borde del nuevo año registran sus peores cifras en toda la pandemia

Alemania cierra el año en el peor de sus escenarios Covid. El Instituto Robert Koch registra la cifra de 1.129 muertes en las últimas 24 horas, un dato que pone en evidencia errores de gestión que reconoce un apesadumbrado ministro de Sanidad, Jens Spahn. «Está muy claro que no estamos consiguiendo que los números vayan a donde queremos que vayan», ha dicho antes de la rueda de prensa que ofrecerá hoy para exponer la situación y confiando, a pesar de la evidencia, en que sea posible levantar después del 10 de enero la menos parte de las restricciones que mantienen Alemania prácticamente cerrada, con solo supermercados y farmacias abiertos y confinada en colegios digitales y home working.

En las últimas 24 horas se han producido 33.777 contagios y la incidencia acumulada en siete días por cada 100.000 habitantes está en 149,2. Con un total de 30.978 muertes desde el inicio de la pandemia, Alemania está pagando errores en los que persiste su administración.

1. Falsa sensación de seguridad

El hecho de que la primera ola no golpease a Alemania con tanta fuerza como a otros países europeos llevó a la población a sentirse erróneamente menos vulnerable. Y el hecho de que, desde otoño, el país haya entrado en año electoral, con varios posibles candidatos a la Cancillería en las elecciones de septiembre de 2021 al frente de decisiones cruciales de gestión de la pandemia, ha llevado a que sean más reacios a tomar decisiones impopulares o que dañaban gravemente a la industria y el comercio.

2. Grupos de riesgo desprotegidos

Los grupos de riesgo no están protegidos de forma sistemática. Científicos y los expertos han recomendado evitar los cierres sistemáticos y concentrarse en la protección de ancianos y enfermos. La edad promedio de las muertes es de 83 años. Mientras que para la mayoría de la población el virus no supone un riesgo excepcional, para ellos es muy peligroso. Han sido dispuestos protocolos específicos para residencias de ancianos, pero en Alemania la mayoría de los mayores sigue viviendo en su casa gracias a cuidadores subvencionados y, en estos casos, el control sanitario ha sido menor.

3. Fracaso de la aplicación de rastreo

La aplicación Corona-Alarm ha sido un fracaso. Su desarrollo costó 69 millones de euros y se ha descargado 23 millones de veces, insuficiente para ser funcional. El motivo es que la ley de protección de datos impide exactamente utilizar los datos realmente necesarios para una protección efectiva de la población (historial médico, información de laboratorios, autoridades sanitarias, seguimiento geográfico).

Y al mismo tiempo, los alemanes son conscientes de la precariedad de esa misma ley de protección de datos, de hecho incapaz de proteger efectivamente su intimidad de grandes corporaciones internacionales y hackers sobre los que el gobierno alemán no tiene jurisdicción o posibilidad real de actuar. La tecnología que en Asia ha jugado un gran papel contra el virus, no es aplicada aquí de forma eficiente, limitando el catálogo de medidas a estrategias medievales como los confinamientos.

4. División de opiniones en los lander

La legitimación democrática es frágil. Las decisiones para combatir la pandemia, como los confinamientos, no han sido tomadas por los parlamentos, sino por la Conferencia de presidentes de los Bundesländer, en la que a menudo han estado divididas las opiniones. Esto conduce a un déficit de legitimidad de la política contra el coronavirus, que profundiza su vez la desconfianza de la población en las medidas, que ha llevado a los tribunales a declarar reiteradamente ilícitas las decisiones de gobiernos regionales y locales y que ha sido objeto de protestas en grandes manifestaciones, lo que a su vez ha debilitado las decisiones políticas.

5. Derivada sanitaria del confinamiento

Los confinamientos cuestan vidas humanas. Una vez tomada la decisión del confinamiento, muchos pacientes con antecedentes de problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares y cáncer ya no van al hospital, incluso cuando tenían síntomas de coronavirus, por lo que su contagio se detectaba ya solo cuando la infección es imparable y los enfermos se han apuntalado como grupo de riesgo fuera de la atención sanitaria.

6. Estrés del sistema sanitario

Aunque hasta diciembre no se ha sentido el estrés en el sistema sanitario alemán y nunca han faltado camas UCI con respirador para atender la demanda, sí ha habido un déficit de personal médico y sanitario, crónico antes de la pandemia y que la situación internacional ha impedido esta vez solucionar con contrataciones en el extranjero porque esta vez era personal requerido en todos los países de origen.

7. La vacuna ha creado falsa relajación

Alemania ha confiado en la llegada de la vacuna como principio del fin de la crisis sanitaria y así lo ha anunciado el ministro de Sanidad, Jens Spahn, que declaró que su llegada era la «luz al final del túnel». Esta sensación de crisis superada ha relajado a muchos ciudadanos, que han dejado de extremar las precauciones por la llegada de una vacuna que, sin embargo, se retrasa.

Mientras que Reino Unido, Estados Unidos y Canadá ya están vacunando, Alemania ha comenzado con cuentagotas, esperando al resto de Europa, y con el lastre de saber que, hasta que aumente la capacidad de producción de vacunas en febrero, el número de dosis disponible es insuficiente. El primer alemán vacunado recibió la primera dosis en Inglaterra. Varios Bundesländer han advertido ya que, con la disponibilidad actual de dosis, no será posible cumplir con los plazos de vacunación previstos por el gobierno.

SE CONFIARON MUCHO.

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