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lunes, 28 de diciembre de 2020

LA EUTANASIA ES BARATA.

 LOS CUIDADOS PALIATIVOS SON MUCHO MAS CAROS.

El Congreso de los Diputados aprobó el pasado jueves 17 de diciembre de 2020 el proyecto de ley sobre la eutanasia, de forma que despenaliza esta figura y la convierte de un delito en un derecho. Realmente esta norma está mezclando interesadamente tres figuras muy distintas para justificar la sustitución de la cultura de la vida por la de la muerte.

Estas tres figuras son, en primer lugar, el derecho a una muerte digna, que realmente ya existía, no solamente en nuestro subconsciente social sino también en el ordenamiento con la proscripción del conocido como encarnizamiento terapéutico. La segunda, los cuidados paliativos, que, en sí, responden a los principios de la medicina hipocrática: si puedes, cura; si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, al menos consuela. Y la tercera, en fin, que es la que se trata de mezclar solapadamente con las anteriores y que verdaderamente se introduce con la norma: el pretendido derecho de cada cual a disponer de su propia vida.

El proyecto de ley aprobado por el Congreso, dado que, por razones obvias, no puede alentar el suicidio, sí viene a permitir el homicidio, puesto que la eutanasia es, ni más ni menos, que la actuación cuyo objeto es causar la muerte de un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de este, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que pueda ser calificada -¿quién realiza el juicio de valor?- de digna. La justificación de la norma se centra en una engañosa evitación del dolor, sin evaluar las condiciones mentales y concretas de la persona, llegando a la legalización de una petición de causarle la muerte a un menor de 16 años sin intervención de padres o familiares directos ni de profesionales sanitarios que evalúen su (?) "capacidad libre de decidir".

El proyecto normativo, en su regulación abierta, da pie también a la reintroducción de las técnicas nazis y comunistas de eliminación de las vidas que se consideren "socialmente" inútiles. Y, desde luego, va unida a las ideas neomalthusianas de controlar la población ante la pretendida imposibilidad de alimentarla -puesta en relación con el aborto-, la búsqueda del sueño de la inmortalidad -ligado hoy a las teorías del transhumanismo- y, conectado, además a la falta de base ideológica en los objetivos políticos/sociales de la extrema izquierda europea, que tras el fracaso de los regímenes comunistas busca su amparo en causas como la ideología de género y la pretendida ecología de la defensa de la naturaleza y de los derechos de los animales, pero arrinconando el primario derecho humano: el derecho a la vida.

Una muerte digna no consiste solo en la ausencia de tribulaciones externas, sino que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella; llegado el momento de la muerte, el protagonista de este trance ha de afrontarlo en las condiciones más llevaderas posibles, tanto desde el punto de vista del dolor físico como también del padecimiento moral. Como expresa la doctrina de la Iglesia católica, explicada en "La eutanasia. Cien cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos" (1992), un ser humano no pierde la dignidad por sufrir; lo indigno es basar su dignidad en el hecho de que no sufra.

Lo que el proyecto de ley no muestra es que los cuidados paliativos no son una forma de eutanasia, pues el tratamiento del dolor es lo único que se puede hacer por el paciente terminal, y el efecto secundario de que ciertos analgésicos tengan sobre el acortamiento de la vida no es una forma de eutanasia pues no se persigue acabar con la vida sino aliviar el dolor.

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