El PSOE se muestra dispuesto a entenderse con ERC tras las catalanas
Ábalos apuesta por apoyar todo espacio que permita «normalizar la situación», mientras Esquerra y PSC evitan que esa hipótesis centre la campaña.
La posibilidad de un tripartito en Cataluña, o alguna fórmula de entendimiento entre ERC, PSC y los comunes marcará la larga precampaña hasta las catalanas. Y aparece como una opción deseada y temida casi a partes iguales por algunos de los implicados, que esperan a la aritmética resultante de las urnas para calibrar si esa vía es factible y hay mimbres para justificarla.
Ayer, de forma clara, el secretario de Organización del PSOE y ministro de Transportes, José Luis Ábalos, arrojó luz sobre cuál será el planteamiento de los socialistas tras la noche electoral catalana. Si hay posibilidad de evitar un Govern entre ERC y Junts, los socialistas intentarán promover una alternativa. El hombre fuerte del PSOE en el Gobierno aseguró en una entrevista en La Hora de la 1 que el objetivo debe ser «introducir el diálogo en las instituciones en Cataluña» porque «hay que intentar impedir actuaciones unilaterales que pongan en el precipicio al conjunto de la sociedad catalana». La pregunta era clara: si los socialistas entendían que era factible, posible o deseable alguna fórmula de entendimiento entre los socialistas, ERC y los comunes. Sin que necesariamente tuviera que ser un gobierno compartido. Y la respuesta del ministro también lo fue: «Apoyaremos todo espacio de diálogo político que permita normalizar la situación en Cataluña».
En las filas socialistas siempre se ha defendido que es ERC quien tiene más camino que desandar antes de poder alcanzar un acuerdo. La premisa es que «un gobierno compartido es imposible», reafirmaba ayer un destacado dirigente socialista a consultas de este diario, y que tampoco debe haber espacio para «planteamientos independentistas» en la hoja de ruta de un Govern que debe centrarse en la «recuperación económica, la agenda social y el autogobierno desde el diálogo». La reconstrucción económica a la que obligará la resaca de la pandemia abona el terreno para este discurso. Tanto en el PSOE como en el PSC ven a ERC «muy lejos» de poder abrirse a una vía de estas características. Pero consideran que todo va a depender de si ERC logra ganar las elecciones con una ventaja importante sobre Junts per Catalunya.
Tanto en ERC como en el PSC parte de sus cuadros son conscientes de que la vía de un acuerdo a tres aparece como la única opción aritmética alternativa a un Govern de ERC y Junts. Un sentir más generalizado en el PSC que en ERC, pero es creciente en ambos partidos. Pero ambas formacione navegan hasta las elecciones intentando alejar esa posibilidad, conscientes de que puede lastrar el crecimiento electoral que, según todos los sondeos, ambos experimentarán respecto a 2017.
Los socialistas creen que, al contrario que hace tres años, se abre un nuevo tiempo político en el que sí calará el mensaje de la «normalización», y en el que sí resultará efectivo situarse de forma equidistante entre independentistas y constitucionalistas. Será un intento en el que además podrán beneficiarse del cambio de paradigma en el PSOE. En 2017 a la deriva y hoy en La Moncloa, los vientos de cola que el partido hermano producenen el socialismo catalán son diferentes a los de entonces. Sin embargo, se da la circunstancia de que es ahora el PSC quien asiste a esta jugada con cautelas estratégicas.
Temores en el PSC
Dentro del PSC, la posibilidad de un entendimiento con Esquerra es vista con resquemor, aunque también como la única oportunidad de poner en práctica su teoría del apaciguamiento y mandar a los unilateralistas de Junts a la oposición. La mala relación entre Miquel Iceta y Oriol Junqueras es conocida, también el pésimo recuerdo que guardan los socialistas de la experiencia del tripartito junto a los republicanos, a los que culpan, por inmadurez y falta de lealtad, de esa experiencia en buena parte fallida. Estos condicionantes, junto a la imposibilidad de integrarse en un ejecutivo en el que su previsible partido mayoritario, ERC, siguiese sin renunciar a la independencia, llevan al PSC a descartar de plano un nuevo tripartito.
Otra cuestión es la posibilidad de facilitar un acuerdo entre los republicanos y los comunes, cuya principal virtud para el PSC, además de un giro a la izquierda, es la desactivación de Junts, y de Carles Puigdemont, como factores de desestabilización. En el socialismo catalán se tiene claro que el partido de Puigdemont, en realidad una escisión del PDECat junto a una amalgama de independientes cada vez con más poder, acabaría disolviéndose en la oposición. Si la estrategia parece clara, también lo es la negativa del PSC a explicitar que el futuro político en Cataluña puede pasar por ese cambio.
La palabra «tripartito» es tabú en un momento en el que el PSC está empeñado en consolidar su crecimiento a partir de la recuperación del voto que se fugó a Ciudadanos en diciembre 2017, y que ahora, con un partido naranja en fase menguante y sin el pánico de las últimas elecciones, podría regresar al que consideran su partido natural, el PSC.
El temor de los de Iceta a que este votante les vea, de nuevo, como comparsa del independentismo explica también su enojo ante el regalo del PSOE a ERC en materia de lengua con la ley Celaá, precisamente cuando el PSC está comenzando a realizar un tímido replanteamiento de su tradicional apoyo a la inmersión lingüística. Otro tanto sucede con un hipotético indulto a los presos del 1-0 antes de las elecciones del 14 de febrero, una bomba nuclear que le estallaría a Iceta en las manos.
ESTO ES UNA RUINA Y DESPROPÓSITO Y ROMA SI PAGA TRAIDORES.
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