El centro, situado en San Sebastián de los Reyes, se negó a abrir a Protección Civil, lo que levantó las sospechas.
El descubrimiento, el pasado viernes, de dos religiosas muertas en la residencia psiquiátrica Cottolengo del Padre Alegre no pareció alterar la vida del centro. «Ahora las hermanas no pueden hablar, están en misa, llame más tarde», fue ayer la única respuesta, reiterada, a las preguntas de ABC. La interlocutora colgó el teléfono y, más avanzada la tarde, persistió el silencio. «No vamos a hacer declaraciones», contestó horas después una mujer, que se identificó como la hermana Laura. Una de las dos cuidadoras que quedan para atender a los 68 enfermos internados en la residencia, a las afueras de San Sebastián de los Reyes, como adelantó Vozpópuli.
De no haberse producido una crisis sanitaria sin precedentes por el avance descontrolado del coronavirus, quizá el hallazgo no habría tenido lugar. Fuentes municipales señalaron ayer a este periódico que, dentro del plan de urgencia diseñado por el Ayuntamiento de la localidad, Protección Civil acudió el mismo viernes hasta la residencia para hacer entrega de algo menos de mil mascarillas e interesarse por las necesidades que los trabajadores e internos pudieran tener. Sin embargo, los responsables del centro negaron la entrada a los sanitarios y personal de emergencias desplazados, lo que levantó la voz de alarma. De inmediato, avisaron a la Policía Nacional, que se personó en el lugar poco después del mediodía.
Los agentes tuvieron que dar con la madre superiora para acceder a la residencia y, al entrar, localizaron los cadáveres de dos monjas. Seis trabajadores más estaban en aislamiento por presentar síntomas compatibles con el coronavirus Covid-19 ysolo dos religiosas, de avanzada edad, estaban al cuidado de todos los residentes.
Por ahora, la Policía trabaja con la hipótesis de que ambas murieron —una, el jueves; la otra, el mismo viernes— por causas naturales, lo que coloca en la diana al patógeno Covid-19. Desde el entorno de la residencia, no obstante, se apunta a que las dos religiosas llevaban enfermas desde hacía meses y que incluso una de ellas «estuvo a punto de fallecer antes de que estallara la pandemia». También recalcan que, pese a la saturación actual, «las funerarias estaban avisadas».
Buenas condiciones higiénicas
Mientras, se investiga por qué no se comunicaron los fallecimientos al momento. Con todo, el informe policial confirmó que las condiciones higiénicas en la residencia son buenas. Aunque faltaban manos para cuidar de todos los enfermos, nadie supo de esta precaria situación hasta hace dos días. «No habían pedido ningún tipo de auxilio desde que comenzó la crisis sanitaria», aseguraban ayer fuentes municipales.
Como establece el protocolo desde que estallara la pandemia del coronavirus, la Consejería de Políticas Sociales y Familia mantenía contacto telefónico diario con la residencia, a la que se le había ofrecido algún traje de protección EPI, teleasistencia y voluntarios. El centro de salud y el geriatra del hospital de referencia de la zona también se comunicaban con las religiosas. No obstante, desconocían que hubiese tantos infectados. Las autoridades se plantean ahora el traslado de los residentes o el refuerzo de personal, tanto de sanitarios como de servicios sociales.
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