Portugal se rompe.
La crisis política en el país vecino tras las dimisiones de ministros hartos de tanto recorte si.
La presión de la «troika» está rompiendo Portugal. La táctica del palo y la zanahoria -hoy te halago, mañana te desangro- no da más de sí. Con las dimisiones de los ministros de Finanzas, de Exteriores y de los colegas que ya anuncian lo propio, el jefe de gobierno Passos Coelho pierde el apoyo del partido que le da la mayoría parlamentaria. Tendrá que anticipar elecciones si el presidente Cavaco no logra un menesteroso zurcido para aplazar la crisis. Proseguir en el papel de alumno más aplicado, número uno en el aula de la claudicación, ya no es sostenible, dicen los dimisionarios, hartos de recortes que no dan resultado y verifican cada día el fracaso de la equivocada política que unos diseñan para que otros la paguen. El clamor en la calle es decisorio. Tarde o temprano se hace imposible gobernar contra la mayoría real del país y pretender al propio tiempo el respeto de las democracias. Se está viendo en Egipto tan sólo un año después de la caída de Mubarak y la elección de Mursi, como también en Turquía, donde Erdogan ha perdido la vez en la cola de entrada a la Unión Europea. El centroderecha hasta ahora gobernante en Portugal firma estos días el relato de su incompetencia. La crisis de Coelho no es resultado de las presiones de la izquierda, sino de un ala liberal que ha entendido el mensaje de la calle antes de que la ahoguen.
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