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domingo, 8 de mayo de 2022

ALCARAZ,CAMPEÓN IMPLACABLE EN MADRID.ENHORABUENA

 Alcaraz, campeón implacable en Madrid

El murciano barre de la pista a Zverev, que no había perdido nunca en esta pista, en apenas una hora y dos minuto

Pasa por la Caja Mágica un vendaval. Un chaval de 19 años que roba tiempo al tiempo: por cómo está creciendo y por cómo se ha llevado la final del Mutua Madrid Open por delante. Es Carlos Alcaraz un campeón implacable en Madrid que barre de la pista a todo un 3 del mundo, Alexander Zverev, en una hora y 2 minutos. Así de rápido es el camino del murciano, el más joven ganador del Masters 1.000 madrileño.Segundo torneo de esta categoría en este curso, tras el de Miami, donde ya había iniciado su propia era al ser el primer español en conquistarlo. Cuarto título en este 2022, más que nadie, con 28 victorias y solo tres derrotas. Quinto título en su palmarés. Seis del mundo desde esta semana. Segundo en la clasificación del mejor del año, solo por detrás de Rafael Nadal.

«Es el mejor jugador del mundo ahora mismo», lo dice Zverev, que lo había ganado en los dos choques anteriores, en 2021, cuando era otro Alcaraz. El alemán incluso pidió perdón por su actuación.

No se encontró nunca en su sitio, y eso que nunca había perdido en esta pista, campeón en 2018 y en 2021. Pero no fue su día y sí que lo fue el de Alcaraz, impecable su puesta en escena, un director de orquesta perfecto que ejecutó su partitura sin salirse ni un tono.

Culmina una semana de ensueño, a sus pies Rafael Nadal, Novak Djokovic –el más joven también en conseguirlo– y el número 3 en tres días consecutivos. «Ha sido un torneo de 10, una semana muy especial con victorias tan sonadas. Afronta las finales con un saber estar muy difícil con la edad que tiene», celebró Juan Carlos Ferrero, entrenador del murciano, que sigue sus pasos con absoluta presteza, pues también el valenciano ganó en Madrid (2003). Le quedan dos gestas por tocar, Roland Garros (en 2003), y el número 1. Pero nadie duda de que Alcaraz superará al maestro.

En el partido de cuartos ante Nadal, los dos primeros juegos duraron trece minutos. En la final ante Zverev se consumen 28 minutos y Alcaraz ya gana por 5-3. Son dos tenistas del futuro, 25 años el alemán, 19 el español, nacidos en y promotores de ese tenis que roba tiempo al tiempo. Saques uno y otro por encima de los 220 kilómetros por hora, derechas revolucionadas, reveses que cortan el aire y la respiración. Sin embargo, es el joven quien representa el tenis ‘vintage’ en este duelo; el que todavía recuerda cómo se elabora un punto en más de un golpe, el que usa efectos, el que detiene el ritmo, ralentiza el reloj y cambia el paso.

Busca el alemán comprimir el ejercicio del saque en un solo acto: pelota al aire, pelota en la raqueta, el bote al otro lado de la red, la pelota en la valla, mientras en la retina del rival todavía está la imagen de su brazo, su mano y la pelota elevándose hacia el cielo. Mide 1’98, así que puede impactar a la pelota cerca de los tres metros. A esa altura, la red parece de tenis de mesa. A esa altura, la pelota coge una velocidad letal.

Pero enfrente, trece centímetros menos, hay un agilísimo Alcaraz que se divierte como un niño. Firme en potencia, más seguro con el saque, ninguna bola de break en contra, despierto en la red (4/6), más fluido en sus movimientos y mucho más variado en su repertorio. Ahí se recrea Alcaraz: voleas que convierte en dejadas, saque-red, bolas altas liftadas, diversión. Ahí se pierde Zverev, tan apegado a su guion de golpe plano tras golpe plano, que en cuanto el español le quita una pieza, se desmorona todo lo demás.

Alcaraz ya intuye el miedo del alemán en el cuarto juego, pero son 227 kilómetros por hora que destruyen su primera bola de break. Pero sabe que está ahí, también Zverev, que cae con todo en su siguiente turno de saque: en blanco para el español con un juego para enmarcar: dos derechazos marca de la casa, un error del alemán y una dejada ‘made in El Palmar’. 

Es el golpe del que es maestro. Una tras otra van cayendo de su lado. Golpes cortitos, blandos, que se clavan como cuchillos en las lumbares, las piernas, la mente del rival. Una gota que horada su ilusión y su fortaleza. Una vez tras otra, Alcaraz burla la estrategia de Zverev, que solo puede agachar la cabeza porque es imposible llegar, a pesar de sus infinitas piernas; solo puede hincar la rodilla, como antes lo hicieron Nadal y Djokovic.

Todas las torres caen, todos los top (número 3 en la final, número 1 en la semifinal, número 4 en cuartos) acaban sometidos al baile que marca el murciano. Mueve la batuta Alcaraz y baila Zverev, al que ni siquiera le aguanta el porte, empequeñecido hasta casi desaparecer en el segundo set; doblado por la mitad ante la impotencia. Su mejor arma, el saque, se vuelve contra él: 61% de puntos ganados con el primero, 25% con el segundo. La final es un martirio. Solo quiere que se acabe el partido, indefenso ante el vendaval murciano, que lo castiga por todos los lados. Si quería Zverev velocidad, el español la multiplica para quitarle hasta aire para respirar, ahogado en sus propios errores: 25 fallos no forzados, solo 7 ganadores.

Cae destrozado Zverev con todo su 1’98. La puntilla es hacerlo con una doble falta, en una hora y 2 minutos, y tras haber ganado todos sus partidos en Madrid, tras haber ganado en los dos precedentes a Alcaraz. Pero este Alcaraz de 2022 es un que también sacude la Caja Mágica. «Le queda mucho por ganar aquí», observa Zverev, otra víctima de la revolución murciana.

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