España afronta la sexta ola: «Todos esperamos que sea bestial pero corta»
El aumento de infectados y las cuarentenas de diez días amenazan con diezmar el personal sanitario disponible
La sexta será una ola rápida, pero también inédita en el número de contagiados. De hecho, este lunes la incidencia acumulada llegó a los 1.206 casos por cada 100.000 habitantes por primera vez en toda la pandemia, tras sumar más de 214.000 nuevos contagiados desde el jueves. Los expertos no tienen dudas. El nivel de infecciones crece a nivel exponencial y no muestra indicios de frenar. Justo un año después de del inicio de la campaña de vacunación, ayer lunes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, admitió que en las «próximas semanas» se verán cifras «altas» en contagios, y la mayoría de comunidades que están en ascenso pronostican que la curva epidémica estará en umbrales altos al menos hasta mediados de enero.
Pero la gran penetración de la vacunación, con el 90% de la población diana cubierta, reducirán la proporción de hospitalizaciones, ingresos en UCI y muertes. Un dato que, aunque positivo, no hará menos desafiante esta nueva ola.
España empieza a encadenar días de récords en contagios y en incidencia acumulada. Y las cifras de ingresados también crecen. Desde el pasado jueves, los ingresados en planta han subido un punto porcentual, y ocupan el 7,69% de las camas hospitalarias, mientras que en las UCI el aumento es de dos puntos, lo que eleva la cifra al 18,26% de ocupación.
«Esta ola todos esperamos que sea bestial pero rápida», asegura a ABC Oscar Zurriaga, vicepresidente de las Sociedad Española de Epidemiología. El experto vaticina que la ‘altura’ de la curva de infectados será muy superior a la vista hasta ahora, pero con un pico corto y con una menor tasa de ingresados por cada contagio. Eso sí, en hospitales y UCI las ocupaciones no bajarán tan rápido como se espera que hagan los nuevos casos.
Los problemas que genere esta ola serán diferentes a los de las anteriores. La letalidad de la enfermedad y la gravedad de los infectados ha bajado «muchísimo», reconoce Julián Domínguez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (SEMPSPGS). Si en verano la letalidad estaba en un 1,5% en España, ahora se sitúa entre el 0,2-0,1%. Los enfermos críticos, que antes representaban un 0,7% de los contagiados, ahora están en el el 0,2%.
Evitar confinamientos 'de facto'
La dificultad, dice Domínguez, es que «reaccionamos casi siempre por detrás de los acontecimientos». Y hoy, con una variante ultracontagiosa y las infecciones disparadas, hay estrategias como la cuarentena obligatoria de diez días para todos los positivos o el rastreo individualizado de casos que pierden sentido.
El experto apuesta, de hecho, por la reducción de las cuarentenas en los positivos –fijada en 10 días– a entre siete y ocho días, especialmente en aquellos infectados sin sintomatología o si esta dura pocos días, ya que los estudios apuntan a que con estos márgenes ya no serán contagiosos. Una decisión que ya ha adoptado Inglaterra, al reducirla a una semana ante un número de infectados sin precedentes que estaba llevando al país a un confinamiento ‘de facto’, paralizando la vida y generando problemas para cubrir los puestos de trabajadores aislados diez días por haberse contagiado.
«El principal problema va a ser el número de infecciones», vaticina el virólogo Adolfo García-Sastre, jefe de patógenos emergentes del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. La cepa de Wuhan tenía un índice de transmisibilidad de entre 2,5 y 3 puntos; se elevó a los 6 con la variante Delta y ahora los primeros datos de Ómicron apuntan a que alcanza los 10, según cifras de la Sociedad Española de Inmunología. «Es fácil que muchos sanitarios se infecten por Ómicron. Tendrán que ponerse en cuarentena y, si perdemos personal sanitario, hay una presión más fuerte a la Sanidad», dice García-Sastre.
En Estados Unidos los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades están acortando ya el tiempo de aislamiento a siete días para los trabajadores de la salud que dan positivo por Covid-19 en un intento de paliar la previsible escasez de personal y el aumento de hospitalizaciones.
En España, los últimos datos sobre personal sanitario, publicados el pasado jueves, apuntan a que se contagiaron 5.211 profesionales en los últimos 14 días, de los que 2.598 corresponden a los últimos siete. Y la curva sigue en ascenso. En comparación con la cuarta ola, la de las navidades de 2020, durante el pico de contagios –que fue menor– se llegaron a registrar 8.416 profesionales contagiados en 14 días.
Zurriaga, sin embargo, apuesta por mantener los aislamientos por el momento, aunque reconoce que cuando las infecciones son muy elevadas, «es complicado cortar la transmisión de esta manera». Es un equilibrio que debe valorarse con cuidado, dice. «En este momento todavía podemos permitirnos el ‘lujo’ de poder seguir manteniendo cuarentenas. A lo mejor dentro de unos días ese lujo ya no nos lo podemos permitir, pero todavía podríamos hacer un esfuerzo por cortar la transmisión».
Para Juan Abarca Cidon, presidente y director general en HM Hospitales, es el momento de un cambio en la estrategia. «La ausencia de restricciones colectivas han dado lugar a un número de restricciones individuales que de forma innecesaria están confinadas y pueden acabar produciendo que el país, la economía, se pare», adviritó ayer en redes sociales. «En estos momentos lo más adecuado es controlar, más que los contagios, las personas que tienen infección por Covid grave (...). Tener a miles y miles de personas asintomáticas confinadas en sus casas llega un momento en que no aporta ningún valor, al contrario».
Lo mismo apunta Domínguez, que apuesta al seguimiento individualizado de los casos graves, y a un estudio epidemiológico para el resto de contagiados que sea similar al de la gripe. Para el experto, además, tampoco tiene sentido ya el uso de rastreadores. «No se debe abandonar el rastreo, pero con un nivel de Salud Pública saturado, con miles de contagios diarios, es muy difícil incluso llegar a contactar con ellos», reconoce Zurriaga. «Es una carrera como la de un hámster dentro de una jaula. Corriendo, corriendo y no llega a nada».
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