Afirman haber conseguido el entrelazamiento cuántico de seres vivientes
Se trata de tres tardígrados, las criaturas más resistentes que existen. La comunidad científica ha reaccionado con críticas y dudas sobre el experimento
Un equipo internacional de investigadores de las universidades de Singapur, Malasia, Copenhague, Oxford y Gdansk acaba de presentar en el servidor ' arXiv' un estudio que está suscitando una gran controversia entre científicos de todo el mundo. De hecho, en su artículo, que aún no ha sido revisado por pares, afirman haber conseguido el entrelazamiento cuántico entre tardígrados, diminutos animales conocidos por su increíble resistencia y su capacidad para soportarlo prácticamente todo.
Como botón de muestra, recordemos que, entre otros experimentos, los tardígrados han logrado sobrevivir tras haber sido sumergidos en agua hirviendo, expuestos a las duras condiciones del espacio exterior o disparados como balas por armas de fuego... y que algunos de ellos han llegado incluso a aterrizar en la Luna de forma accidental al estrellarse allí, en 2019, la sonda israelí que los transportaba.
El mecanismo de supervivencia de estas extraordinarias y pequeñas criaturas, también llamadas 'osos de agua' consiste en deshidratar sus cuerpos, acurrucarse en forma de bola cuando las condiciones son adversas y permanecer así, en un estado de animación suspendida y con sus funciones biológicas al mínimo durante un tiempo indefinido, hasta que el entorno vuelva a ser favorable. Una estrategia que les permite soportar condiciones ambientales realmente extremas.
Pero este experimento ha conseguido dar otra vuelta de tuerca a la capacidad de resistencia de los tardígrados. De hecho, los investigadores expusieron a los osos de agua a las temperaturas más frías y a las presiones más altas que ninguno de ellos haya soportado jamás. Y el objetivo no era solo probar una vez más sus límites biológicos, sino comprobar si tres tardígrados congelados podían 'acoplarse' a circuitos eléctricos 'entrelazados' y revivir después volviendo a su estado normal.
La espeluznante acción a distancia
El entrelazamiento cuántico es algo tan extraño que incluso Einstein lo rechazaba, llamándolo 'espeluznante acción a distancia'. En pocas palabras, el fenómeno ocurre cuando dos partículas subatómicas se unen entre sí de tal forma que un cambio en una de ellas se refleja instantáneamente en la otra, sin importar la distancia a la que se encuentren, incluso si las dos están en extremos opuestos del universo.
La gran pregunta que se hacen los científicos es si el entrelazamiento cuántico puede trascender el reino de lo subatómico y pasar al de los objetos más grandes. Por ahora, en diversos laboratorios se ha conseguido ya entrelazar no solo partículas sueltas, sino bloques hechos de miles de átomos. Pero ¿y la materia biológica? ¿Resulta posible entrelazar cuánticamente a seres vivos? Los resultados del nuevo estudio parecen sugerir que sí, aunque han suscitado ya numerosas críticas en la comunidad científica.
Congelados al cero absoluto
Para su controvertido experimento, los investigadores utilizaron tres tardígrados obtenidos en Dinamarca. En su estado normal, el tamaño de los animales iba de los 0,2 a los 0,45 milímetros, pero se redujo en un tercio una vez que los científicos los congelaron y los tardígrados pusieron en marcha su mecanismo de supervivencia.
A partir de ahí, los científicos bajaron aún más la temperatura, hasta alcanzar apenas una fracción de grado sobre el cero absoluto (-273 grados, la temperatura a la que se congelan los átomos). Desde luego, esa fue también la temperatura más fría jamás soportada por un tardígrado.
Después, cada uno de los tres tardígrados congelados fue colocado entre dos placas de condensadores de un circuito superconductor que formaba un 'qubit', o bit cuántico, la unidad de información que se utiliza en computación cuántica. Al entrar en contacto con un qubit (llamado Qubit B), el tardígrado correspondiente alteró su frecuencia de resonancia. Ese tardígrado-qubit-híbrido se acopló luego a un segundo circuito cercano (Qubit A), de modo que los dos qubits se entrelazaron. En las varias pruebas que siguieron, los investigadores vieron que la frecuencia de los qubits y el tardígrado cambiaban a la vez, asemejándose a un sistema entrelazado de tres partes.
Un superviviente
Diecisiete días después de que los tardígrados entraran en su estado de animación suspendida, los investigadores volvieron a calentarlos para intentar revivirlos. Uno de los tardígrados volvió a su estado animado, mientras que los otros dos murieron. Ese superviviente, según el artículo, se habría convertido en el primer animal entrelazado cuántico de la historia.
«Nuestra investigación es quizás la que combina más de cerca materia biológica y materia cuántica con la tecnología actualmente disponible -escriben los investigadores en su artículo-. Si bien uno podría esperar resultados similares de objetos inanimados con una composición parecida a la del tardígrado, enfatizamos que se observa un entrelazamiento con un organismo completo que conserva su funcionalidad biológica después del experimento. Al mismo tiempo, el tardígrado sobrevivió a las condiciones más extremas y prolongadas a las que jamás haya estado expuesto».
Se desatan las críticas
Las primeras críticas, desde luego, no se han hecho esperar, y son muchos los que niegan que tal entrelazamiento se haya producido realmente. Douglas Natelson, por ejemplo, presidente del departamento de Física y Astronomía de la Universidad Rice en Texas, escribió en su blog que «lo que hicieron aquí los autores fue poner un tardígrado sobre las partes capacitivas de uno de los dos qubits acoplados. El tardígrado es principalmente agua (congelada), y aquí actúa como un dieléctrico, cambiando la frecuencia de resonancia del qubit en el que estaba sentado... Esto no es un entrelazamiento en ningún sentido significativo».
Haya o no experimentado el tardígrado superviviente los efectos del entrelazamiento cuántico, de lo que no cabe duda es que el estudio ha servido para demostrar, una vez más, la extraordinaria capacidad de supervivencia de los osos de agua, que son incluso más resistentes de lo que ya se creía.
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