EL NUEVO RELATO.
"85 años desde que los fusiles franquistas trataron de apagar para siempre la voz de Federico García Lorca. Pero no lo consiguieron. Su obra y su memoria permanece y se engrandece, para desgracia de los fascistas que lo asesinaron por su obra, sus ideas y su orientación sexual". Adrián Barbón en Twitter el 18 del pasado agosto.
Un día me dejó perplejo y pensativo el comentario de una alumna: "Tratándose de una guerra con miles de muertos y asesinatos, me parece escandaloso que se haga tanto ruido con el de García Lorca por el hecho de que era poeta". En efecto, los muertos y los asesinatos fueron tantos que no es necesario buscarlos muy lejos. A Antón, el joven artista candasín, lo fusilaron en Murias de Candamo, el 19 de mayo del 37. Tenía 26 años. Cuando visité por primera vez el museo de Candás hace cosa de 25 años, no tenía idea de quién era Antón y la información museística sobre su fin prematuro y trágico ("víctima de la violencia durante la Guerra Civil") era tan escueta y aséptica que me quedé con la idea de que a Antón lo habrían fusilado "los nacionales".
Después fui conociendo la verdad. A Antón lo fusilaron los otros, "los rojos". Los de su bando, señor Barbón. Lo mataron los fascistas del Frente Popular después de tenerlo preso en la iglesia parroquial de San Félix desde el 2 de agosto del 36, y sometido a trabajos forzados hasta el día de su ejecución. Escribo "fascistas" y lo sostengo. ¿O considera usted que aquellos comités, que detenían sin orden judicial y ejecutaban sin juicio ni sentencia, eran demócratas y progresistas? ¿Valía menos la vida de Antón que la de Federico? Las balas que lo mataron ¿eran menos asesinas que las que mataron a Lorca?
La memoria será democrática cuando cada bando asuma los crímenes propios y deje de utilizar los ajenos como material de propaganda. Cuando emita usted un "tuit" en recuerdo de Antón en los términos de este del 18 de agosto, sabremos que sus lágrimas por García Lorca no eran de cocodrilo.
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