ABRAZANOS EL ENEMIGO Y ODIAMOS AL AMIGO
Hace ya bastante tiempo que las guerras han dejado de ser la "fórmula" de conseguir los objetivos.
Las guerras, siempre y hoy día más, se han convertido en uno de los "sistemas" mejor considerados para equilibrar economías.
Los enfrentamientos llevan tras de sí la humillación, el rencor, la envidia, el odio y la división.
Nunca se entendieron bien las banderas de los triunfadores con los derrotados y posteriormente humillados.
Siempre, los enfrentamientos entre personas, entidades o países se originan por motivos de interés ya sea personal, de grupo o de país.
La bondad platónica nunca genera guerras.
El hombre, maestro de serpientes, ha aprendido el "zip... zap..., rastreador": "Invasión silenciosa"... "asfixiante"... "anestesiante"..., sin armas.
El globalismo, utilizado como santo y seña del avance social, impregna de "rastreadores emigrantes" los países occidentales sin ningún tipo de norma que garantice su propia estabilidad cultural, social y política.
Los pueblos, las ciudades, las provincias, las regiones, las comarcas, que sumadas dan como resultado el Estado y el país, van, de forma silenciosa, siendo sometidas a las exigencias éticas, culturales y religiosas de los "zapadores, rastreadores", que conquistan sigilosamente, por la vía de una convivencia engañosa, aprovechada por los emigrantes-dirigentes, auténticos zapadores en la retaguardia.
Dentro de muy poco contemplaremos los antes modernos Estados europeos, degradados, divididos, con una confrontación social en aumento y una inseguridad política al alza.
El paraguas protector de sus propios países estará agujereado y es entonces cuando todos se preguntarán: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?...
Un humanismo equivocado, sin exigencias, solo lleva a la invasión silenciosa por el acogido... Sin armas.
Todo club tiene su regla y se mantienen mientras dichas reglas se cumplan. La entrada es voluntaria; la permanencia es exigente y, en consecuencia, excluyente.
Un país es el club más importante culturalmente y, además, aceptado libremente.
Hoy, siglo XXI, las dunas parece impedirnos una visión clara y diáfana...
El viento desplazará las dunas y los cascos invasores se verán en lontananza.
No lloremos por los que se fueron, mejor lloremos por los que aquí quedamos, ciegos, confundidos, sin futuro de tradiciones y, sobre todo, consentidores.
La realidad serpenteante acepta todo trabajo que la realidad cultural rechaza... Cada vez más los campos son abono de conquista y las ciudades, páramos, refugio de desertores.
Las conquistas silenciosas no aparecen en televisión sino en el vacío legal y en la falta de cobertura protectora del pasado cultural de cada comunidad de convivencia.
Leamos, todo esto, entre líneas... Será la mejor manera de reflexionar y fuente fecunda para sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario