A CARA DESCUBIERTA.
Con la canícula que está cayendo más allá del Pajares, me imagino las cuentas que estarán echando los sufridos contribuyentes con el precio de la luz para poner el aire acondicionado y los ventiladores.
Tengo que pararme aquí y decir que nosotros, los de la Cornisa, somos unos privilegiados, ya que salvo contadas excepciones no superamos los 25 grados. Alguna ventaja teníamos que tener este rincón de la España verde, invadida de osos y lobos -eso parece leyendo titulares- pero marginada en otras áreas como las comunicaciones.
Leer todos los días la subida de los precios de la electricidad es un ejercicio cruel, porque aparte de no entender nada, nos genera impotencia porque ninguna "autoridad" nos da la solución para acabar con esta locura tarifaria.
Si te pones a documentarte te genera más ira todavía si cabe, pues nos dicen que están cobrando las empresas eléctricas el agua a precio del gas, que cada vez estará más caro y se nos presenta un invierno caliente para los bolsillos.
Por otra parte, si te informas del proceso de privatización de la empresa pública Endesa, cuyo principal accionista es el Estado italiano a través de Enel, dices: "Aquí nos la han dado con queso", pues se nos vendía que siguiendo instrucciones europeas los gobiernos debían privatizar las grandes empresas obligatoriamente (lo que se hizo en Asturias con HC para pasarla luego a manos del Estado portugués).
Lo cierto es que primero Felipe y luego Aznar se lanzaron a la carrera vendiendo lo más florido y granado de nuestra economía: Gas Natural, Aceralia, Tabacalera, Repsol, Red Eléctrica y más, muchas más, para negocio lucrativo de los accionistas.
Conclusión, el Ejecutivo de turno, justificándose sobre el coste de la energía, algo imprescindible para la vida cotidiana y las empresas, pero atado de pies y manos por sentarse en algún consejo de administración. La bajada del IVA se la comen las subidas.
Mientras, nosotros, los sufridores, rezando para que llueva o haga viento -era la solución según Rajoy- y casi siempre maldiciendo cuando nos llega la factura, después de hacer cábalas en programar la mejor hora para poner la lavadora.
No es justo ni serio, políticamente una tomadura de pelo y como consumidores un atraco, lo que viene sucediendo desde hace años y que se agudiza más con el cambio climático. ¡Pedimos la intervención del sector caiga quien caiga!
Entre tanto, debemos actuar contra la dictadura del mercado energético y la complicidad de los gobiernos, sacando nuestras protestas a las calles portando velas, antorchas, todo aquello que no dependa de un "enchufe" en el más amplio sentido del término. Y consumir menos energía dentro de lo humanamente posible.
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