el pensador....
En breve hará tres meses que tenemos diputados y senadores electos que están cobrando sus magníficos sueldos, sus dietas, viajando gratis, disfrutando gratis de móviles y tabletas, y más y más, sin dar un solo palo al agua, sin pegar ni golpe, tocándose sus partes si rubor alguno.
Ni en el Congreso ni en el Senado, después de tres meses, se ha constituido aún la Diputación Permanente, que es un órgano muy importante que asume las funciones del Congreso o Senado fuera de los periodos de sesiones establecidos. Tampoco se han constituido las distintas comisiones ni su composición parlamentaria. Estas comisiones forman parte de las dádivas que la Mesa reparte entre los distintos grupos políticos, tal como si fuese una tómbola de feria, ya que a unos les “toca” más que otros. Dicen que para después del verano, que ahora calienta mucho el sol y les puede afectar “pensar”, pero, eso sí, siguen cobrando.
Tampoco se han realizado en estos tres meses controles al Gobierno por parte de los grupos parlamentarios como se hace habitualmente. Aunque tengamos, desde ya no me acuerdo cuando, un Gobierno en funciones y sin funciones, nuestra Constitución (artículo 108) dice muy claramente que el Gobierno debe responder de su gestión ante el Congreso de los Diputados. La soberanía del pueblo español reside en las Cortes y, puesto que estas ya están constituidas, el Gobierno, sea en funciones o sin funciones, no puede negarse al control parlamentario.
Cuando se celebran cumbres de la Unión Europea, como las que hemos tenido recientemente, el presidente del Gobierno, en funciones o sin funciones, debe comparecer obligatoriamente ante el Congreso de los Diputados para informar de todo lo acontecido. Y, por ende, cuando después de unas elecciones europeas, en la UE ha habido importantes y numerosos cambios políticos y de otros órdenes. También se suelen dar estas comparecencias después de una reunión del G-20.
En el Congreso quien manda es la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, por mediación de la Mesa del Congreso, que controla y domina su partido, el PSOE.
Pero no nos confundamos, al final esta señora es “una colocada y una mandada” y hace y dice lo que le mandan. ¿Quién es el mandador? No tenemos la mínima duda, Pedro Sánchez. El Pedro Sánchez que no llega a acuerdos para gobernar después de tres meses (acabará otra vez formando el Gobierno Frankenstein que decía “su amigo” Rubalcaba), que no permite que se constituya la Diputación Permanente, que no quiere que se formen las comisiones parlamentarias, que no comparece ante el Parlamento para el control de su Gobierno, que no informa sobre sus gestiones en la UE ni el G-20.
Parece que el adalid del diálogo resulta que no sabe dialogar, que el defensor de las instituciones pasa olímpicamente de las Cortes españolas y que al bienhechor de la ciudadanía española le importamos tres narices, solo se preocupa de él, de Pedro, de Sánchez, de Pérez-Castejón, a lo mejor de su mujer, que sigue “colocada”, pero de nadie más. ¿Y este hombre ha ganado las últimas elecciones? No se entiende, pero lo respeto.
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