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lunes, 18 de febrero de 2019

EL EURO LLEVA TODAS LAS DE PERDER.

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo

El euro lleva todas las de perder.

La moneda única sufre por la desaceleración de la Eurozona y el enfriamiento de la guerra comercial.

Esta semana el euro ha vuelto a marcar dos mínimos muy señalados respecto al dólar. El martes, su punto más bajo en tres meses, tras conocerse que el presidente Trump estaba dispuesto a encontrarse con el presidente chino para poner fin a la guerra comercial, y el viernes, nuevo suelo desde hace tres meses, hasta los 1,1243 dólares, tras conocerse el dato de PIB de Alemania de cierre de 2018. Aumentan los riesgos sobre el desempeño de la divisa comunitaria, que se negocia por debajo del importante nivel psicológico de los 1,13 dólares y que podría ver atacada la zona de soporte que presenta en los mínimos de 2018 en los 1,1214 dólares.
En esta tendencia que parece ir cobrando cuerpo influye el impulso que Donald Trump se ha empeñado en insuflar a la moneda estadounidense. El dólar también se ve fortalecido por los mensajes de altos cargos de la Administración de Washington sobre los progresos en las negociaciones con China y por informaciones publicadas por diarios del Reino Unido sobre la posibilidad de que el proceso de salida de la Unión Europea, previsto para el mes de marzo, sufra un importante retraso al no haber alcanzado Londres un acuerdo con Bruselas. Esas mismas informaciones están debilitando a la libra esterlina y al euro.

Amenaza sobre la industria

Trump sigue, además, ampliando sus amenazas sobre la industria europea, muy concretamente sobre el sector automovilístico alemán. La Administración estadounidense viene alertando al Viejo Continente los últimos meses de que mantiene abierta la posibilidad de fijar aranceles a la industria, bajo la premisa de la seguridad nacional. Trump pidió a finales de mayo al Departamento norteamericano de Comercio una investigación minuciosa sobre las importaciones de vehículos «para determinar su impacto sobre la seguridad nacional». Todo ello después de que impusiera ya, por los mismos motivos, gravámenes al acero y al aluminio comunitarios, frente a lo que la UE respondió con la misma moneda menos de un mes después.

Europa, por otra parte, está demostrando que se basta y se sobra para presionar a la baja su propia moneda. Los inversores están optando por moverse a monedas refugio como el yen, el franco o el propio dólar ante la acumulación de datos económicos procedentes de la UE. Alemania bordeó por muy escaso margen la recesiónen el cuarto trimestre de 2018 y ha reducido drásticamente sus previsiones de crecimiento para 2019. Las perspectivas de crecimiento de Francia para este año quedan en un 1,3%, mientras que se espera que Italia se estanque en una estadística plana al menos durante la primera mitad del año. Todos estos datos cuadran con la revisión del crecimiento de la Eurozona por parte del BCE, que la sitúa en el 1,4% frente al 1,5% anterior, hasta el punto que hacen peligrar las expectativas de subidas de tipos. Además, fracasos como el del gran Airbus o los apuros por los que siguen pasando grandes bancos de la zona euro desaniman a los inversores en divisas.
Aun así, hay expertos como los de Ebury, la institución financiera especializada en pagos internacionales, que aseguran que la reciente debilidad del euro frente al dólar es temporal y que tanto los datos del mercado laboral en la Eurozona, como la aplicación de una política monetaria «extremadamente estimulante» descartan cualquier posibilidad de recesión a corto plazo. «La ausencia de noticias inequívocamente buenas en cualquiera de los frentes abiertos (Brexit, acuerdos comerciales con China…) lleva a pensar que los inversores, inquietos, buscaron la seguridad de los refugios seguros y el dólar se benefició de estos movimientos», aseguran.

El factor geoeconómico

Desde que empezó el año, el euro se ha devaluado más del 2%. La producción industrial en la zona euro está cayendo al ritmo más rápido desde la crisis financiera y el deterioro de la demanda es evidente. El índice de la moneda única de Bloomberg está cerca de su nivel más bajo desde mediados del 2017 y las acciones europeas nunca han sido más baratas en relación con los bonos en la brecha de rendimiento.
Quizá lo más destacable en esta ocasión sea que el debilitamiento afecta al núcleo, además de a la periferia. «Si Francia deja de consumir y Alemania deja de producir, el euro entra en crisis», resume Ludovic Subran, economista jefe adjunto de Allianz. Sin olvidar que, en nuestro tiempo, la geopolítica ya no se basa en el poder militar convencional, sino en la geoeconomía.
Los objetivos de seguridad y los intereses nacionales se batallan en los mercados, con las divisas y con el comercio. Y al igual que en el pasado las guerras se libraban por tierra, mar y aire, en las guerras de divisas no declaradas las monedas son el recurso de las potencias para poder fortalecer su posición.
SI EL FUTURO VA SER MUY NEGRO,VAMOS HACIA UN RETROCESO.

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