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sábado, 22 de octubre de 2016

PORTUGAL SE SALVA "IN EXTREMIS" DEL RESCATE.





El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro luso, António Costa.
El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro luso, António Costa


Portugal se salva «in extremis» del rescate al mantener su única buena nota crediticia.
El BCE hubiera retirado la compra de deuda al país luso si la agencia DBRS hubiera degradado su «rating».
El Gobierno socialista portugués toma aire. La agencia de calificación canadiense DBRS era la única de las cuatro grandes que mantenía la calificación de la deuda lusa en grado de inversión, de manera que ayer, cuando estaba previsto que anunciara su revisión, era el día D. Y, sí, decidió mantener el «rating» para el país vecino.
Una ola de alivio recorrió las filas del gabinete liderado por António Costa, con el ministro de Finanzas, Mário Centeno, como principal beneficiado, pues de otro modo su política económica habría quedado definitivamente en entredicho. Standard’s & Poor’s, Fitch y Moody’s no se fían del Ejecutivo portugués, sustentado por acuerdos puntuales con el Bloco de Esquerda y los comunistas, y siguen calificando a Portugal de «bono basura».
El panorama, por tanto, solo pasaba por un mantenimiento de la calificación de DBRS si Portugal no quería verse en serios apuros. Y es que del «rating» dependía que el BCE siga comprando deuda pública portuguesa y se perpetúen las operaciones de refinanciación de los bancos, un asunto clave en este momento para que el sistema financiero portugués no se derrumbe.
Además, si los canadienses no se hubieran avenido a respetar los mismos términos todo apunta a que se habría abierto la puerta para un segundo rescate, después del que otro Gobierno socialista (el de José Sócrates) se vio obligado a solicitarlo en 2011 por valor de 78.000 millones de euros.
De momento se han sorteado los obstáculos, pero en absoluto puede hablarse de solidez. La constante apuesta por los impuestos indirectos parece haberse convertido en la única fórmula que encuentran Costa y Centeno para asegurarse unos mínimos de recaudación. Pero, sobre todo, la gran preocupación reside en que la red bancaria muestra una debilidad extrema y está lastrada por la acuciante falta de liquidez y por una sobredosis de productos tóxicos.
La primera entidad del país, Caixa Geral de Depósitos, de titularidad pública, se halla en una tensa espera, ya que aguarda a que se cuantifique la urgente recapitalización que necesita, estimada inicialmente en 4.900 millones.
Además, se vislumbra en el horizonte el espinoso asunto de la venta de Novo Banco. El proceso ha de estar finalizado antes de agosto de 2017, y por ahora el gigante chino Minsheng es el que mejor posicionado parece, aunque aún restan muchos puntos por concretar.
La única buena noticia procedente de este flanco se circunscribe al ámbito privado. Millennium BCP agrupó cada 75 acciones suyas en una sola, condición imprescindible para que el fondo chino Fosun aceptase hacerse cargo del 30% del banco. Eso le permitió revalorizarse en Bolsa un 20%.

Exigencia de reformas

En cualquier caso, la decisión de DBRS no incluye ningún cheque en blanco. Más bien al contrario. Sus responsables han lanzado un serio aviso a Portugal para que no se desvíe de las políticas económicas reformistas, que entran en claro choque con las pretensiones de los dos compañeros de viaje escorados a la extrema izquierda en los que se apoya el Partido Socialista.
«Si hubiera un paso atrás en el compromiso político-económico y un deterioro en las dinámicas de deuda pública, las dos consecuencias serían un crecimiento marcadamente inferior y un prolongado periodo de tipos de interés elevados», avisa DBRS. De acuerdo con la agencia, Portugal «se enfrenta a desafíos importantes». Se refiere así a la ratio de deuda en relación al PIB, estimado en un 129,7% en este 2016.
Los intereses de la deuda lusa a 10 años se han disparado en los últimos seis meses del 3,14% al 3,60%, lo que se situó como uno de los factores que más jugaban en contra de Centeno y su laberinto económico siempre en el punto de mira de sus socios comunistas.

Privatizaciones paradas

Otra cuestión que los canadienses no olvidan es que el Gobierno de Costa ha revertido a medias una de las medidas que había tomado Passos Coelho antes de dejar el poder: la privatización de TAP, única aerolínea totalmente pública que aún operaba en cielo europeo. Su venta al consorcio Gateway no gustó nada a los socialistas. Tanto es así que no han parado hasta negociar en secreto para lograr un equilibrio de fuerzas al 50% con los flamantes dueños.
DBRS no simpatiza con semejante medida, que vino acompañada por la anulación de las concesiones privadas del Metro y los autobuses de Lisboa y Oporto, debido también a la fuerte presión de los comunistas sobre Costa.
En todo caso, queda para comienzos de la próxima primavera una nueva revisión del «rating» portugués. Y de aquí a entonces no se va a bajar la guardia en la vigilancia, especialmente en lo que concierne al déficit público. El ministro de Finanzas ha prometido a Bruselas que se va a mantener por debajo del umbral del 3% pactado. Pero habrá que ver cómo reaccionan los mercados en los meses venideros y, sobre todo, cómo se articulan finalmente los Presupuestos para 2017.
A falta de su aprobación definitiva, resulta muy evidente que los socialistas vuelven a escudarse en el maquillaje de los impuestos indirectos para suplir la falta de una praxis ajustada a la realidad del momento. Otro pilar de su estrategia se centra en la creación de nuevos impuestos, como los que se aplicarán a los inmuebles de mayor valor y al tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas.
Si los indicadores comienzan a dar signos de enflaquecimiento, DBRS ya ha anunciado que se aliará con sus tres colegas de calificación de riesgo y cambiará su perspectiva estable en grado de inversión por el apelativo de «bono basura», capaz de hundir las expectativas, tal cual aconteció en Grecia.

Situación límite.

Y es que sus iniciativas van saliendo adelante, pero nunca consigue alejar los fantasmas. Hasta el punto de que, dos meses atrás circularon rumores en los círculos económicos de Lisboa en el sentido de que la situación económica iba a estallar y Portugal se iba a ver obligado a pedir de nuevo un rescate.
Los nuevos impuestos que se ha sacado de la manga el nuevo Gobierno ya han hecho que los socialdemócratas hablen del «nuevo rostro de la austeridad».
Portugal no es el único país de la UE que está bajo la lupa de las agencias de «rating». Ayer, la firma británica Fitch rebajó la perspectiva de deuda de Italia, de «estable a negativa», que permanece en «BBB+».
En un comunicado, indica que las previsiones del déficit presupuestario «reducen la credibilidad de las medidas de consolidación presupuestaria» y menciona «la incertidumbre política ligada al referéndum constitucional del próximo 4 de diciembre.
La agencia de calificación de riesgo alerta además que la nota de este país podría ser degradada en los próximos meses. «Un fracaso de referendo sobre una reforma constitucional que busca una mayor estabilidad gubernamental en Italia implicaría un “shock” político», indica Fitch.

ME TEMO, QUE A ESPAÑA LE PUEDA PASAR ALGO PARECIDO, ESTAREMOS ATENTOS.

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