Un grupo de rebusqueros de Almendralejo en el puesto de compra de "chatarra, metales, uva y aceituna" de Juan Antonio Merino
Enfrentados por las sobras
Extremadura paraliza el rebusco, del que viven cientos de jornaleros pobres
Esta extendida práctica alegal consiste en recolectar los restos de la cosecha.
El campo ha envejecido el rostro de Luis Cárdenas a un ritmo mayor del que marcan los 51 años de su carné. Su piel aparece tostada tras largas peonadas bajo el sol. "He comido gracias a la tierra", sentencia este buscavidas de la rural Villafranca (Badajoz), que recurrió siempre a la naturaleza para subsistir: ya sea de cazador furtivo, de pescador de río o de bracero. Este año planeaba volver a ejercer de rebusquero, como se llama en la comarca de Tierra de Barros a quienes recogen las uvas y aceitunas que se desechan en la cosecha, las que quedan en la planta y terminan pudriéndose; los restos que no quieren los dueños y que los rebusqueros venden por calderilla. Como venía haciendo Luis Cárdenas desde los ocho años. "Para seguir tirando".
Pero en esta región, donde los sembrados se pierden en el horizonte, el rebusco se ha frenado. Bajo el aplauso de muchos propietarios, la Junta de Extremadura ha paralizado esta centenaria práctica reservada históricamente, en la extensa España agrícola, a los más desfavorecidos, a los que se quedaban sin labor entre campaña y campaña. Solo en el municipio de Almendralejo, cerca de 1.000 familias no pueden ya recurrir al rebusco, según la Asociación de Defensa de lo Público, colectivo que exige que se reactive.
Una pelea de rebusqueros y propietarios que se reproduce en otras regiones de tradición agrícola. En Andalucía, por ejemplo, la Junta descarta regular esta práctica. Aunque allí se adoptaron otras medidas. La subdelegación del Gobierno de Córdoba rechazó este año autorizar de forma oficial la rebusca de la aceituna y la de Jaén retrasó el comienzo de la misma hasta que acabara la recolección en todas las fincas.
Estas iniciativas nacieron después de que el conflicto se recrudeciese en los últimos años, a raíz de una especie de profesionalización de la práctica. Las asociaciones agrícolas denuncian la entrada de nuevas personas que buscan el mayor beneficio sin mirar si causan destrozos. Hay grupos que recorren cientos de kilómetros de pueblo en pueblo para recoger los frutos desechados. Ya no son solo los lugareños los que rebuscan. "Quieren llevarse el mayor volumen de producto en el menor tiempo posible y algunos entran arrasando", relata David, vecino de Almendralejo y dueño de más de 100 hectáreas de vid y aceituna: "Yo me encontré a uno vareando un olivo con una barra de hierro. No queremos que se prohíba el rebusco, pero a eso tampoco hay derecho".
"Esto no es el rebusco de hace 20 años", añade Santiago Prieto, directivo de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) en la comarca, que denuncia que el rebusco supone una competencia desleal. "Es una práctica ilegal paralela a la cosecha". En 2013 se recogieron así 11 millones de kilos de uva en la zona, según las estimaciones del colectivo, que exige una regulación.
Los rebusqueros de toda la vida se defienden. Pedro Naharro, alias El Rifa, tiene 63 años. Desde hace un mes echa en falta los entre 30 y 40 euros al día que solía ganar durante los cuatro meses que puede durar el rebusco de uva y aceituna. Ataviado con una gorra roja, chamarra oscura y vaqueros, se mueve a toda velocidad entre las cepas de la Carretera del Arroyo, en Almendralejo. En apenas unos segundos recoge un montoncito de uva para enseñar la "escoria" de la vid: pequeños racimos con apenas una decena de frutos que desechan los propietarios.
Habla deprisa este hombre, el mayor de seis hermanos, que aprendió de su padre lo que sabe del campo. Empezó en el rebusco con 12 años. "Es dinero que viene bien para lo básico, como pagar la luz", dice el jornalero, con seis hijos, 14 nietos y un biznieto.
La pelea por el rebusco se reproduce en toda la extensa España agrícola
"Nosotros cogemos solo lo que los dueños no quieren y ese dinero es un alivio cuando no cobras nada”, argumenta ante El Ribereño, de los hermanos Merino Aguilar, uno de los casi 15 puestos de la comarca que hasta hace casi dos meses adquirían esta mercancía y la revendían después a productores de vino, vinagre o alcohol.
Juan Antonio, propietario de este depósito en cuya fachada se lee "compra de chatarra, metales, uva y aceituna", cuenta que el 6 de octubre se hicieron con los primeros sacos de uva de rebusco. Pagó siete céntimos por kilo. Pero al día siguiente, dejó de comprar. Supo que agentes de la Guardia Civil e inspectores de Sanidad se habían plantado en instalaciones similares, les habían amenazado con sanciones por no llevar un control sanitario y habían requisado la mercancía. Más de 10.000 kilos le quitaron a Juan Luis Díaz, otro comprador de rebusco, para "tirarlos a los cochinos", resalta.
La crisis ha creado otro tipo de rebusquero: parados que se lanzan al campo. La pequeña empresa de limpieza y productos químicos de Pilar Rodríguez y su exmarido quebró en 2008. Encontraron entonces, en las sobras de la cosecha, un alivio para afrontar las dificultades. "Hemos vivido cinco años del rebusco", relata Pilar, de 45 años, en el salón de su casa.
Separada desde hace poco más de 12 meses, con el agua y la luz enganchada, y una orden de desahucio pendiente, esta madre tira a "duras penas" con los trabajillos de costura que le salen y la ayuda de los amigos. El año pasado ya no recurrió al rebusco: "Es una esclavitud y los compradores pagan cada vez menos. Antes daban 20 céntimos por kilo. Ahora siete". Este año, ni siquiera ha tenido la oportunidad de barajarlo.
Un intermediario relata que la Guardia Civil le requisó 10.000 kilos de uva "para tirar a los cochinos"
La Junta, en manos del PP desde 2011, intentó regular esta práctica alegal en 2013 con un borrador de decreto que quedó en nada al carecer de competencias. Ahora ha optado por elaborar un protocolo que "contemple toda actividad ilegal que existe en torno a este". Según los perjudicados, la decisión responde a presiones de las asociaciones que aglutinan a los propietarios agrícolas.
"Nadie se opone al rebusco, pero los intermediarios [los compradores de la mercancía] deben cumplir exigencias sanitarias y de facturación", recalca Jesús Barrios, director general de Agricultura de Extremadura. La Junta ha paralizado el mercado al acabar con la actividad de los intermediarios. A una bodega que compraba rebusco para hacer vino le inmovilizaron 90.000 litros.
Aurelio y Floril, dos rebusqueros rumanos, conducen despacio por las calles de Almendralejo. Dejan atrás las últimas viviendas y aparcan junto a la parcela donde tiraron los 1.000 kilos de uva que no pudieron vender al cerrar las autoridades los puestos. "Gran parte se lo ha llevado la gente a casa para hacer mosto". En ese lugar, aún quedan unos racimos de escoria en el suelo, unos 40 kilos, según dicen al llegar. Y ahí continúan. Pudriéndose.
La España agrícola
- Aunque se rebusca muchos tipos de cosecha —patata, ajo o espárrago, por ejemplo—, los de la uva y la aceituna son d0s de los más extendidos.
- En los viñedos esta práctica se desarrolla en octubre y dura unas cuatro semanas.
- En los olivares suele empezar en marzo y se prolonga hasta tres meses.
COMENTARIO:
Pagar por ser pobre.Para juntar chatarra hay que darse de alta, para ir al monte por setas, setas u hongos hay que tener permisos, para ir a pescar otro permiso , para ir a cazar mas de lo mismo, para ir por un poco de leña al monte , permisos, pagar por todo por ser pobre Quieren acabar con los pobre a costa de decretos
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