He observado en televisión la semana pasada las importantes votaciones en el Congreso de los Diputados, donde se dilucidaba, entre otras importantes cuestiones de calado, el asunto de subida de las pensiones y otras medidas económicas de suma importancia que afectan directamente al bolsillo de los ciudadanos, del pueblo llano más necesitado. El Hemiciclo nos ofrecía todo un espectáculo. Pensemos que los que están sentados en los escaños del mismo están cobrando del erario público un buen sueldo, más dietas y demás prebendas, y que todo el gasto que nos supone debe ser compensado con una buena gobernanza.
Nada de lo dicho ocurre, a mi manera de pensarlo. Tener activo el aro parlamentario, con su demostrada demagogia y guirigay, ¿qué nos aporta?; si votan en contra de nuestros intereses y después para justificarse se echan la culpa unos grupos a otros de perjudicar a los españoles, insultándose soezmente, diciendo que se tienen que "mover el culo" no para aportar algo a los ciudadanos, sino para que ellos logren para sí más prebendas en su beneficio.
El espectáculo visto días pasados de las votaciones en el Congreso y sus resultados nos hace caer en el pesimismo de no contar con gente eficaz en el Hemiciclo que sepa hablar con respeto y educación para defender los intereses de los ciudadanos y de nuestro pueblo, que para eso se les paga; no para que sea una jaula de grillos insultándose.
El día que nos ocupa, se observó claramente, terminada la sesión, que salían los parlamentarios desocupando el Hemiciclo cabizbajos, serios y mostrando un gran silencio (la jaula de grillos, por las consecuencias que traerá lo que votaron, enmudeció), lo que demostró, en su gran silencio, su maldad que acalle sus conciencias, porque bien saben que sus decisiones nos perjudican gravemente. El silencio, el gran silencio, el mirar para otro lado, en estos graves casos, sabiendo de su mal obrar, les tranquiliza su malvada conciencia y calma su pobre espíritu.
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