Hospital Isabel Zendal: Un balón de oxígeno en la pandemia
Criticado y combatido en su origen, el tiempo y la evidencia lo han convertido en un centro puntero en la lucha contra el coronavirus, y en un respiro para el sistema sanitario madrileño
Diez de mayo de 2020. Madrid apenas estaba saliendo de la primera y devastadora ola de la pandemia por coronavirus: se habían detectado 264 nuevos casos en la última jornada, había 2.450 personas hospitalizadas en planta y 465 en UCI. Y los fallecidos sumaban más de 13.700 personas. El hospital provisional de Ifema había cerrado el día 1, los madrileños seguían confinados, y nadie sabía qué iba a pasar. En ese escenario, la presidenta Isabel Díaz Ayuso anunció su intención de crear un hospital de pandemias.
La idea era dar continuidad al proyecto de Ifema, que tan bien había funcionado. Pero desde prácticamente el momento de su anuncio, al Zendal le llovieron las críticas desde los partidos de izquierda
El nuevo hospital público madrileño, aseguraba en noviembre de 2020 la diputada de Más Madrid y hoy líder de la oposición, Mónica García, «hará tributo al aeropuerto sin aviones de Castellón»; y en abril de 2021 -cuando ya habían pasado por él cerca de 6.000 pacientes- le parecía que «está mal hecho y solamente era propaganda. No sirve como centro para pacientes agudos». Isa Serra, portavoz de Unidas Podemos en noviembre de 2020, afirmaba que «lo que llaman hospital es un pelotazo urbanístico más». Lo cierto es que el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal ha dado cobijo a 8.573 pacientes de Covid.
Estreno entre pancartas
La polémica ha acompañado al Zendal desde su inicio, y durante muchos meses. Los 50 millones de euros inicialmente previstos para poner en marcha esta instalación se han convertido en más de 150. El día de su inauguración, sindicatos y partidos de izquierda se manifestaban con pancartas a sus puertas denunciando la precariedad laboral de los sanitarios y exigiendo sanidad pública de calidad. Paradójicamente, ese día en el centro había un centenar de profesionales, pero ni un enfermo.
El primero, que fue una mujer, llegó el 11 de diciembre, derivada de las urgencias del Gregorio Marañón. Lo recuerda Raquel Gutiérrez, supervisora de enfermeras: «Fue la 2C, cama 9». Por aquellos días, rememora, «todo lo que tuviera que ver con el Zendal era noticia. Y además, nos las creíamos: ese primer día sin pacientes, y con la UCI y la Unidad de Cuidados Intermedios (UCRI) cerradas, lo que se oía era que no iban a venir pacientes, o sólo los leves. Y yo me preguntaba, ‘¿me he metido en el sitio idóneo, o tendría que estar mejor en primera línea?’. A los diez días, esto estaba empezando a llenarse, se abrió la UCI y la UCRI... y se montó lo que se montó».
Lo que se montó fue el paso de más de 8.000 pacientes por un centro que ha supuesto un salvavidas para el resto de la red hospitalaria madrileña, que derivaba a él a muchos de sus ingresos por Covid. Se ha cargado contra su sistema de funcionamiento, sin plantilla fija: toma profesionales de otros centros cuando sube el número de pacientes, y los devuelve cuando baja la demanda. De este modo, comenzó con 111 sanitarios y ha llegado a tener 3.300 en su época más álgida.
El hospital ha conseguido unos extraordinarios resultados con los pacientes que han pasado por su UCRI. El jefe de esta unidad, el neumólogo Pedro Landete, explica cómo «llegamos a tener 96 camas montadas, y 80 ocupadas; ha sido la mayor Unidad de Cuidados Intermedios de Europa». De los 1.500 pacientes que han pasado por ella, sólo el 24 por ciento han ingresado en la UCI, una respuesta «mucho mejor que la media».
El Hospital Enfermera Isabel Zendal es impactante en muchos aspectos: 80.000 metros cuadrados repartidos en tres pabellones; techos de hasta 12 metros de altura, que dificultan la concentración de carga viral; una estructura lo suficientemente flexible para pasar de 40 pacientes a mediados de noviembre, a los 150 actuales, en apenas 30 días, y 600 en sus peores momentos, adaptando su plantilla a las necesidades variables. Un hospital sin habitaciones: se organiza en grandes salas para unas 20 camas, todas a la vista de médicos y enfermeras. Y un centro en el que se han puesto, hasta la fecha, más de 1,8 millones de vacunas frente al Covid-19.
Profesionales
Sufrió importantes sabotajes en sus inicios: en febrero de 2021, y durante tres semanas, las alarmas se activaban solas a altas horas de la madrugada, aparecían cables desenchufados, sistemas de ventilación desconectados, tuberías atrancadas, o material robado. «El trabajo de los profesionales se vio comprometido, incluso para cuidar a los pacientes», denunciaba el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero. Los sabotajes cesaron cuando se denunciaron ante la Policía, que ha llevado a cabo una investigación. Recientemente, la Fiscalía ha solicitado el sobreseimiento del caso, al no haber podido identificar a los autores.
Los profesionales superaron el mal ambiente en torno al Zendal haciendo lo que mejor saben: trabajar. «Todos los que tenemos puestos técnicos y no políticos tuvimos que luchar por demostrar que este hospital tenía un valor. Si no es por él, la Comunidad no podría haber seguido funcionando como ha funcionado», recuerda Landete. «Somos el hospital de Europa que más pacientes de Covid ha visto en un mismo lugar», señalaba a ABC Javier Marcos, coordinador general del Zendal.
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