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jueves, 15 de agosto de 2019

POBRE ASTURIAS MÍA.

estoy muy preocupado...
 
¡QUÉ MAL TE VEO¡
 
Recientemente pase unos días de vacaciones en Viena, visita que recomiendo absolutamente.
Me gustaría hacer un somero resumen del viaje de vuelta a Avilés. Desde allí hasta aquí, todo en autopista.
Autopistas austriacas. Perfectas. El firme como una seda y un paisaje precioso.
Autopistas suizas. Perfectas. El firme como una seda y un paisaje precioso.
Autopistas francesas. Perfectas. El firme como una seda y un paisaje precioso (de Burdeos hasta la frontera española, rectas inmensas con tres carriles en cada dirección).
Y entramos en España. Por el País Vasco, autopistas llenas de curvas y reducción drástica de la velocidad. El firme en buen estado. Por Cantabria, buena autopista y buen firme, aunque el paisaje ya se degrada algo a pesar de la belleza que tiene.
Y ya estamos en Asturias. De golpe, la triste realidad. A partir de Llanes, el paisaje se entristece, con mucho monte pelado e infinidad de feos eucaliptos. El firme está absolutamente degradado, dejando la grava al aire y haciendo que la conducción sea un horror debido al ruido que hacen las ruedas al atravesarlo. Así hasta Avilés. Eso sin mencionar los bacheos tipo Benavente que ya se están empezando a producir.
Decía mi padre que para que el cemento saliera bien había que echar a la hormigonera cinco paladas de arena y tres de cemento. Es evidente que en nuestra autovía se echó una de cemento, porque dentro de poco empezaran a saltarse las piedras.
De nada sirve que sean hechas con los impuestos de todos si al poco tiempo hay que volver a pasar otra capa de brea. Lo barato siempre sale caro a la larga.
Señor Cascos, usted fue ministro del ramo. ¿Nadie controlaba la calidad de producto? De vergüenza.

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