OTRO FRACASO NO POR FAVOR.
El 28 de abril, millones de españoles respiraron aliviados cuando los resultados electorales de las generales decían que no iban a gobernar las derechas a nivel nacional. El mensaje había sido claro, con un voto útil de izquierdas basculado hacia el PSOE y un apoyo en las urnas hacia Unidas Podemos que no se pensaba, teniendo en cuenta todas las cuitas internas y descalificaciones, como ocurrió en Asturias.
Pero después de una noche eufórica, en la que se vio por TV aquello de "con Rivera no", pasamos al "tacticismo", con justificaciones como que había que esperar al 26M. Aparecieron las consabidas presiones del mundo empresarial y financiero a través de sus medios afines para que se pactase con Ciudadanos. Menos mal que estos lo dejaron bien claro desde el principio con el "No a Sánchez y su banda".
El tiempo fue pasando y, salvo alguna imagen televisiva para hacer creer que se estaba negociando, todo quedó para última hora, como también es "típicamente spanish". Se utilizó entonces la bajada electoral de UP en las territoriales para desacreditar el Gobierno de coalición y ofertar el de cooperación, que, salvo el entorno de Pedro Sánchez que lo proponía, el resto no sabíamos su significado. Se amenazó con convocar elecciones cuando había tiempo para negociar, hasta que el reproche general les hizo desdecirse.
Pero el colmo llegó cuando se dice por TV que el único problema para llegar a un acuerdo es que se retire Pablo Iglesias por no ser suficiente "democrático". En cualquier negociación, esta puñalada sería motivo suficiente para romper las relaciones. Sin embargo, el "de la coleta" aceptó el órdago y dio un paso al lado. Se le acababan los argumentos al Presidente y, aun así, seguía insistiendo en que PP y Cs debían abstenerse por patriotismo, cuando era clara su posición con los pactos que estaban suscribiendo con Vox, donde sumaban mayoría.
La sensación que nos transmite este continuo salirse por la tangente y buscar excusas de última hora, es que el PSOE lo único que tiene entre ceja y ceja es gobernar solo con el regalo de los votos de la oposición. El filtrar documentos cambiando propuestas por exigencias, no aclarar el contenido de la rimbombante vicepresidencia y los ministerios, significaba perder tiempo para no pactar ni en el último minuto, cuando no se aceptó un receso previo a la última votación.
Los que venimos del régimen del 78 conocemos perfectamente las maniobras del PSOE, a pesar de la nobleza con que le ha entregado siempre sus votos Izquierda Unida. Déjense de hacer teatro y lleguen a un acuerdo. Si fracasan significa que no son dignos tampoco de gobernar, a pesar de los votos recibidos.
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