¿DEMÓCRATAS?
Es anormal que, viviendo en democracia, la mayoría de nuestros políticos necesiten afirmar que son demócratas, pero los define bien el refrán que dice: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Si el líder de Podemos, Pablo Iglesias, necesita repetir “Yo, como demócrata...” es por tapar su comunismo. En un vídeo lo explicaba así: “La palabra democracia mola; la palabra dictadura, aunque sea la del proletariado, no mola nada, no hay forma de vender eso, la palabra que hay que disputar es democracia”. Y tan pronto vio a Vox en el Parlamento de Andalucía le hizo un cinturón sanitario y declaró la “alarma antifascista” provocando altercados.
Albert Rivera, también dice mucho “Yo soy demócrata”. Pero no lo demuestra al querer cargos con los votos de Vox mientras los demoniza. De sus muchos ejemplos de incoherencia destaca el pacto que hizo en Melilla con el partido musulmán Coalición por Melilla, rompiendo con el PP y Vox para hacer presidente a Eduardo de Castro, único diputado que sacó Ciudadanos en esa ciudad autónoma.
Incluso hay veteranos como el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, un asiduo al paraíso de populistas, La Sexta TV, donde se jacta de ser demócrata de toda la vida. Pero fue un franquista con autoridad en el sindicato vertical y conferenciaba exaltando los valores de la Falange. Hoy hace la pelota al rojerío que combatía hace ya medio siglo.
Otros cracks de la democracia son los separatistas; estos dicen dar el golpe por mandato democrático y acusan a los españoles de ser sus verdugos, y son los mismos que después del atentado yihadista en Barcelona se abrazaban a las familias de los terroristas. Tampoco son mancos los batasunos, que siempre justifican los crímenes de ETA en aras de su “demokrazia”.
No obstante, hay quienes presumen de una superioridad moral que parece que la democracia la inventaran ellos; son los socialistas. Igual da que gestionen fatal, roben o que pacten con el diablo, su eficaz agitprop tiene tan comido el coco a la gente que ya asumió que la izquierda es buena y la derecha mala. Y por eso está en la Moncloa el “Doctor” Pedro Sánchez, el gran impostor como lo definió Rubalcaba. Farda de progresista pero se une con los que quieren desguazar a España.
En esta encrucijada, y para que no falle la profecía de Bismarck sobre la fortaleza de España, es necesario que los conservadores se unan en una España Suma como Navarra Suma. Pero la veleta progre de Ciudadanos ya señaló que no. Nuestros dirigentes parecen críos jugando a políticos. Es alarmante, igual que la profecía de Elías: “Un día os gobernarán los niños y serán los peores de vuestros días”.
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