Ismael Serrano: «Levantarse cada día es un acto de heroicidad»
El cantautor publica su primer libro de relatos, «El viento me lleva».
Cuántas veces se levantó por la mañana deseando esquivar la oficina y huir a ninguna parte. O al mar. Cuántas veces se preguntó si su vida era lo que había planeado, si estaba dónde y con quién soñó estar. La vida está llena de proyectos que divagan en la cabeza y se deshacen como la arena atravesando un escuálido cuello cilíndrico. Pero, y pese a todo, siempre nos queda el día a día, «la belleza del escombro», en la que tanto insiste Ismael Serrano arriba del escenario. Ahora, no está allí, ya no lleva la guitarra al hombro sino un libro debajo del brazo: su primer libro de relatos, «El viento me lleva» (Grijalbo), en el que es imposible no reconocer al cantautor. Las historias que cuenta en sus conciertos (y no precisamente en sus canciones), esas que han hecho de Serrano un gran orador más que cantautor, se han convertido en relatos escritos.
En ellos desfilan un sinfín de personajes anónimos, sin nombres, sin conexión aparente, solo unidos por el mismo bolero que suena en gran parte de los relatos que componen el libro: «Bésame mucho». Pero no solo la música une a estos personajes abatidos por el paro, la violencia doméstica, la corrupción y las obsesiones. Los une la lucha diaria, «levantarse cada día es un acto de heroicidad», sentencia Serrano. También el miedo a la soledad, que confiesa padecer el propio autor. Esta selva de ideas y personas conviven con una parte autobiográfica del autor que se cuela en un libro que busca «abrir ventanas a la esperanza, relativizar el éxito y el fracaso». Serrano se permite también adentrarse en la fantasía (un hombre que mengua conforme pierde poder, una violinista adolescente a la que un narco le regala un Stradivarius robado, o un mago que olvidó sus trucos) para dar como un resultado un texto que desgrana, como hace con sus canciones, lo que a Serrano le emociona.
¿Por qué «El viento me lleva»?
En un principio lo titulé así porque pretendía hacer un libro de viajes personal, un anecdotario con relatos breves que hablaran de mis giras, un poco a la manera de Galeano que conecta con la tradición oral, fábula, etc. Pero luego empecé a escribir otras cosas, acabaron saliendo historias dentro de historias. El libro adoptó una forma compacta, con un primer relato que es como un prólogo y el último que habla de relativizar el éxito y el fracaso.
¿Escribía lo que iba surgiendo o buscaba mensajes premeditados en cada relato?
Las historias fluyeron, no hubo una idea previa. Sin embargo, sí hay un mensaje de abrir ventanas a la esperanza, de las oportunidades perdidas, de la soledad, que es uno de los miedos más recurrentes en mi música. Todos los personajes están solos de alguna manera, como los chavales que los sábados se ponen el traje y se cuelan en las bodas sin ser invitados. Yo me imagino a todos los personajes viviendo en el mismo edificio, incapaces de conectarse excepto con los vecinos. Al final, mis grandes inquietudes sobrevolaban los relatos pero no de una manera tan premeditada.
No hay mención a sitios concretos pero puede adivinarse, por ejemplo, que describe Madrid y el barrio de La Latina...
Sí, están ambos. También el relato de la mujer que soñaba con ver el mar es, al mismo tiempo, la historia de un barrio, de Vallecas. No el que yo conocí sino el de mis padres, el de las casas bajas, el de las calles de tierra, del retrete compartido, de la parroquia como centro neurálgico donde transcurre toda la vida social, cultura y política.
Tampoco le pone nombre a los personajes...
Lo evité, no quería anclarlos a la realidad de una forma rotunda. Era una invitación al lector para situarlos donde quisiera.
Solo hay dos menciones explícitas: Néstor y Joaquín. ¿Es la parte autobiográfica?
Sí, son las únicas referencias personales, con personajes reales que quería homenajear. Aparte, a través de Joaquín, quería hablar del desempleado. Él pasó una larga temporada en el paro y lo vivió muy mal, fue un drama. También hablo de mis padres y de sus amigos, jubilados con dificultades, achaques y con problemas muy diferentes al que protagoniza ese relato que es un político que, al perder el poder, empieza a menguar. Me parecía bonito mezclar verdad y fantasía.
Está presente en todos los relatos la cotidianeidad. ¿Por qué?
Me gusta retratar la épica de lo cotidiano. Para mí levantarse cada dia es un acto de heroicidad, seguir, continuar, avanzar. Eso se plasma en la mujer que aguanta durante años a su marido borracho, a Joaquín luchando contra el desempleo. Trato de encontrar en lo cotidiano esa poesía, esa épica que creo que está presente y de la que no somos conscientes.
Lo de contar historias no es nuevo para usted. Lo hace en los conciertos y no precisamente en las canciones...
Me he dado cuenta de que lo que más me gusta es contar historias. A través de la música o de los libros; también convierto los conciertos en un relato, no solo salgo a cantar.
Pero entiendo que componer una canción y escribir un relato es diferente...
Es completamente distinto. Tanto cuando escribo una canción o un relato pienso en una estructura pero en el relato hay más capas, vericuetos y surgen cosas. Puedes permitírtelo en los relatos pero con las canciones no puedes dar rodeos.
¿Se plantea dejar la música y dedicarse solo a escribir?
No, la música me gusta mucho, disfruto mucho saliendo al escenario. Me gustaría escribir teatro musical, contar historias, explorar otros lugares...
¿Se ha inspirado en algún escritor?
Estos cuentos tienen algo de tradición oral, mitad fábula, mitad verdad, mitad ejercicio antropológico. Entronca con los cuentos de Borges, Cortázar, Fontanarrosa...
¿Qué reacción espera del libro?
Estoy muy contento pero creo que me voy a enfrentar a un prejuicio. En el mundo literario yo soy el «famoso», por decirlo de alguna manera, que se dedica a escribir. Ojalá la gente lo reciba bien.
SI ES VIVR CON LOS CONVECINOS EN UNA SOCIEDAD CARENTE DE SENTIMIENTOS HUMANOS
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