Cuando se habla de agricultura urbana, las primera imágenes que aparecen son las de jóvenes con barbas (o rastas), bicicletas (algunas plegables) y perros (niños, pocos). Tomates, lechugas y cebollas plantados en solares entre edificios, patios comunales y azoteas. Y también adjetivos como orgánico, saludable o, tirando de inglés, foodie. Pero si hablamos de alimentar a la población mundial, los huertos urbanos y las poses para Instagram se quedan pequeños. Aunque las estimaciones respecto al crecimiento de habitantes en el planeta varían mucho dependiendo de las fuentes (la horquilla, según el estudio, va desde 7.400 a 9.900 millones de personas), en lo que coinciden es en el aumento porcentual de población urbana respecto al medio rural, pudiendo alcanzar para esa fecha, según Naciones Unidas, hasta un 66% del total. Este incremento plantea retos muy serios respecto a vivienda, transporte, suministro de energía, infraestructuras y, por supuesto, la producción de alimentos.
Los fundadores de Plantagon se hicieron la pregunta crítica en 2002: ¿cómo vamos a conseguir alimentar a toda la población mundial y hacerlo, además, de forma sostenible, sin esquilmar los recursos existentes? “Tener una pequeña huerta es muy bueno. Yo tengo una en mi jardín. Pero si quieres producir el 15% de los alimentos que se consumen en las ciudades, tienes que pensar de forma muy diferente”, advierte Hans Hassle, uno de los fundadores de Plantagon. La respuesta tenía que ser, pues, mucho más ambiciosa. Y lo que se les ocurrió fue tan original como innovador: si no podemos cultivar a lo ancho -porque requiere enormes cantidades de suelo- hagámoslo a lo alto… La propuesta, enmarcada dentro de lo que se ha bautizado como “agritectura”, tardó algunos años en tomar forma; hubo que esperar hasta 2008 para que Plantagon se constituyera como compañía y mostrara los primeros estudios de viabilidad de un tipo de edificio que puede ser parte de la solución para las crisis alimentarias del futuro. Se trata de construcciones de varios pisos que funcionan al mismo tiempo como efidicio de oficinas o viviendas y como invernaderos verticales. La gestión de los cultivos, que ocupan la mitad de la construcción, se realiza a través de robots que se encargan de que las plantas vayan ascendiendo desde el suelo a la parte más alta, hasta completar su ciclo biológico y ser recolectadas.
Después de varios proyectos frustrados por diversas causas, el primer edificio de Plantagon será construido en la ciudad sueca de Linköping. Y, aunque las dificultades que han encontrado hasta conseguir que su idea pueda materializarse, sus impulsores no se han desanimado. Más bien, como asegura Hassel, se han crecido antes los problemas: “Es verdad que está siendo difícil, porque nos estamos enfrentando las infraestructuras de las ciudades. Pero creemos que si nadie tiene el valor para intentarlo, no encontraremos la solución a tiempo”.
EL PROBLEMA LO VEO EN EL AGUA,EL ORO DEL FUTURO PARA LA VIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario