La extensísima consulta preparatoria del Sínodo de la Familia revela que la crisis de la familia es sólo parte de crisis más amplias a nivel social y cultural en distintas zonas del mundo. El documento de trabajo, el más detallado y realista de la historia, apunta a una Iglesia más acogedora con todas las personas en situación familiar irregular. Los dos Sínodos sucesivos en octubre del 2014 y octubre del 2015 llevarán a un mayor respeto y acogida, sin cambiar en nada la doctrina, según explicaron los organizadores de la asamblea.
El cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, llamó la atención sobre una frase del documento de 70 páginas: «en las situaciones familiares difíciles se celan historias de gran sufrimiento, así como testimonios de amor sincero», por lo que «la pastoral familiar, lejos de cerrarse en una mirada legalista tiene la misión de recordar la gran vocación de la persona al amor». [Lee aquí el documento completo: Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Evangelización]
El cardenal precisó que este documento servirá para el debate en el Sínodo de octubre del 2014, de carácter «extraordinario» y «urgente», en el que sólo participan los presidentes de las conferencias episcopales y los jefes de los departamentos del Vaticano. Después habrá un segundo documento de trabajo para el Sínodo «ordinario» de octubre del 2015, en que participan obispos elegidos dentro de cada conferencia episcopal. El proceso culminará a principios del 2016 con la exhortación apostólica que redactará el Papa.
El documento revela la sensibilidad de los fieles católicos en todo el mundo. En el capítulo sobre homosexualidad, el primer problema es el riesgo de muerte o cárcel en países con legislaciones represivas. En cuanto a los divorciados vueltos a casar, se explicita el caso de que algún sacerdote les aconseje recibir sacramentos, pero no de modo «público» donde les conocen. Se aborda también la necesidad de agilizar y simplificar los tribunales que juzgan la posible nulidad de matrimonios. Se reflejan igualmente los motivos de escándalo de los fieles, desde el abuso de menores por parte de sacerdotes hasta los católicos que «viven y practican su fe ‘de manera teatral’, faltando a la verdad y humildad que requiere el espíritu evangélico».
El cardenal húngaro Peter Erdö, relator del Sínodo, afirmó que las exhaustivas respuestas al cuestionario de 38 preguntas, enviado para consulta de los fieles en todo el mundo, «refleja como característica sociológica el rechazo más o menos general de las instituciones», no solo las religiosas.
Sacramentos para todos los niños
El cardenal Erdö mencionó el párrafo relativo al «sufrimiento por no poder recibir los sacramentos» por parte de personas en situación irregular desde el punto de vista religioso: divorciados vueltos a casar, parejas de hecho, etc. en un apartado que aconseja puerta abiertas al bautismo, la confesión y la comunión a todos los niños de divorciados vueltos a casar, uniones poligámicas, matrimonios homosexuales, madres solteras, etc.
El documento de trabajo aplaude a las «madres que no tienen marido y se hacen cargo ellas solas de sus hijos» pues, «ante todo hay que admirar el amor y la valentía con que acogieron la vida concebida en su seno y proveen al crecimiento y educación de sus hijos. Merecen de parte de la sociedad civil un apoyo especial».
El arzobispo Bruno Forte, secretario especial del Sínodo, hizo notar que el documento de trabajo se caracteriza por «su cercanía a la realidad, el rigor y la honradez de no cerrar los ojos ante ningún problema, por inquietante o incómodo que pueda parecer». Al mismo tiempo recordó que «el Papa Francisco quiere dar a la asamblea del Sínodo un carácter pastoral. Por tanto, no está en discusión la doctrina de la Iglesia, reiterada varias veces en los documentos de magisterio de los últimos años».
Diferentes realidades
El documento de trabajo, que requiere una lectura tranquila, refleja la diversidad cultural del planeta: el problema de la comunión de los divorciados vueltos a casar se siente con fuerza en Europa y América del Norte, mientras que en África el problema es la poligamia y los matrimonios a prueba hasta comprobar la fertilidad de la mujer. En países de África y del mundo islámico, inquietan el repudio de la esposa y los matrimonios de menores de edad decididos por los padres. El menosprecio de las hijas e incluso el feminicidio son alarmantes en África y en Asia.
El impacto de la crisis económica y la crisis cultural en el mundo rico se hace patente en los problemas de la familia. Va desde la dificultad psicológica de los jóvenes para contraer compromisos definitivos como el matrimonio hasta la dificultad práctica de encontrar una casa o sobrevivir con trabajos precarios.
Es muy interesante el diagnóstico de «la frecuente falta de experiencia del amor, en particular del amor paterno, que hace muy difícil la experiencia del amor de Dios y de su paternidad».
Entre los nuevos problemas de las familias en países ricos figura el uso obsesivo de televisores, teléfonos inteligentes, internet y redes sociales, no sólo porque dificultan la comunicación en familia sino porque «existe la posibilidad de que el mundo virtual se convierta en una auténtica realidad sustitutiva».
COMENTARIO:
La Iglesia ya tuvo que abjurar de sus tesis en lo referente
a la imposición de sus doctrinas con el Decreto de Libertad Religiosa y eso sí
que fue un terremoto, porque equivalió a “condenar” a todos los Papas desde el
siglo V y a infinitas de sus actuaciones, aparte de suponer una renuncia tácita
al dogma del Concilio de Florencia (lean lo que dicen los levfebristas y
sedevacantistas). No tendrían que llegar a tanto, ni muchísimo menos, admitiendo
que cambian su doctrina en lo referente al matrimonio, tanto más, cuanto que
enlazarían con la práctica de esta misma iglesia en los primeros siglos, porque
la formulación actual de esta doctrina es algo que ha venido endureciéndose al
compás de la imposición del celibato. Sin necesidad de ser Freud explorando el
subconsciente de sus clérigos, me atrevo a decir que, hasta que los clérigos no
recuperen la libertad de casarse, la iglesia seguirá encasquillada en los temas
de sexo y matrimonio.
a la imposición de sus doctrinas con el Decreto de Libertad Religiosa y eso sí
que fue un terremoto, porque equivalió a “condenar” a todos los Papas desde el
siglo V y a infinitas de sus actuaciones, aparte de suponer una renuncia tácita
al dogma del Concilio de Florencia (lean lo que dicen los levfebristas y
sedevacantistas). No tendrían que llegar a tanto, ni muchísimo menos, admitiendo
que cambian su doctrina en lo referente al matrimonio, tanto más, cuanto que
enlazarían con la práctica de esta misma iglesia en los primeros siglos, porque
la formulación actual de esta doctrina es algo que ha venido endureciéndose al
compás de la imposición del celibato. Sin necesidad de ser Freud explorando el
subconsciente de sus clérigos, me atrevo a decir que, hasta que los clérigos no
recuperen la libertad de casarse, la iglesia seguirá encasquillada en los temas
de sexo y matrimonio.
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