Los políticos actuales jamás se atreverían a comportarse igual que lo hacen ahora si fuera en otro tiempo atrás, saltarían chispas por todas las ciudades. No existirían calles para albergar la masa humana comprometida con la decencia, la libertad y la democracia.
Ahora hacen lo que hacen porque el sistema laboral creado es inestable y precario, nadie se atreve a desafiar la línea que separa el ir a la huelga y manifestarse del despido. Antes sí, la gente prefería morir de pie que vivir de rodillas.
Todos los logros en derechos, igualdad y libertad se hicieron a base de pérdida de días de trabajo, despidos y rebeldía general. La complacencia actual es sumisión y complaciente cobardía, ven un gobierno pactar con quien pacta, dar impunidad a corruptos, delincuentes y fugados, condonar deudas a malversadores, una oposición incapaz de hacerse respetar, al final solo nos queda esa Europa que le pueda poner freno a tanta arrogancia personal de un individuo capaz de todo con tal de aferrarse al poder.
Esperar dos años más hasta las próximas elecciones es ir dándole argumentos para allanar el campo a su antojo. No hay estamento regulador y fiscalizador del poder que no domine o enchufe amiguetes ahí: Fiscalía, Audiencia, Constitucional, órgano del Poder Judicial, televisión, medios, CIS, CNI, Banco de España, Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia, Aena, Renfe, Indra, agencia Efe, Correos, embajadas, Red Eléctrica, Paradores... en fin, nada le queda por controlar. Y cuando una persona controla todo, no es democracia lo que representa, es oligarquía y arribismo personal.
La democracia es otra cosa, empieza por respetar a la oposición, consensuar políticas con ellos, con quienes mañana alternarán en el poder. Cuando uno es elegido presidente, no forma un gobierno para los suyos solamente, sobre todo cuando no tienes mayoría absoluta, debe ejercer de presidente para quienes le votaron y para quienes no lo hicieron. No interpretar la política así es tiranía sin más.
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