La propuesta de Europa por rearmarse y seguir apoyando a Ucrania es una inclinación en favor de dar continuidad a la guerra y prolongar con ella la muerte y destrucción.
El anunciado incremento en el gasto militar bajo el falso pretexto de una "supuesta" invasión rusa a Europa es toda una falacia sin sostén histórico.
Rusia posee enormes extensiones de territorio sin explotar y grandes reservas de minerales o tierras raras, como ahora llaman, sin necesidad de invadir país alguno y menos Europa, de la que geográficamente forma parte. Más bien todo lo contrario. Rusia abasteció media Europa con sus reservas naturales como el gas y el petróleo a precios comparativamente más asequibles que los que con la anunciada ruptura comercial tenemos que pagar a EE UU, y más aún a partir de ahora con los anunciados aranceles. Es necio pensar que Rusia pueda invadir la Europa de los 27.
El papel de Europa debiera ser todo lo contrario: apostar por una Conferencia Internacional de Paz que garantice una paz duradera no solo en Ucrania, sino en otras latitudes y particularmente en Palestina, donde el genocidio no parece suscitar más allá de declaraciones, pero sin acciones firmes y rotundas, como podría ser la ruptura de todo tipo de relaciones políticas y comerciales con Israel.
Coexistir pacíficamente debe ser la línea a seguir, comenzando por desintegrar la OTAN como hiciera el Pacto de Varsovia y cerrar las más de 750 bases norteamericanas extendidas por todo el mundo. Además, ni siquiera formar parte de esta organización ofrece garantías, pues vemos cómo Canadá o Groenlandia -miembros del bloque OTAN- pretenden ser anexionados por Trump.
Las mentiras que nos cuentan de una supuesta invasión rusa a Europa ya las sostenía el nazi Goebbels, y todos sabemos quién agredió a quién y lo que supuso para toda Europa.
El conflicto ruso-ucraniano tiene otros orígenes que datan de lo ocurrido en el 2013-2014 con el Euromaidan y los más de 14.000 asesinados de origen ruso en el Dombás por el propio Gobierno ucraniano y bandas nazis, y posteriormente la pretendida entrada de Ucrania en la OTAN, lo que rompería el acuerdo entre Reagan y Gorbachov, tras la caída del muro de Berlín, de no extender la OTAN hacia los países del Este y que en este caso supondría establecer bases a las mismas puertas de Rusia.
La retórica belicista de la UE solo beneficia a los grandes productores de armamento y hace más pobres e inseguros al resto de la ciudadanía.
De hecho, el pretendido bloqueo a Rusia apenas tiene efecto no solo por las grandes reservas que tiene el país, sino porque es capaz de abrir otros mercados en otros continentes, y así está sucediendo. Por contra, Gran Bretaña, Francia y Alemania, que eran los motores económicos en Europa, son los que están pagando las consecuencias de pasar de depender de Rusia a pasar a depender de EE UU, y ahora Trump, de rebote, nos habla de aranceles.
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