El desprecio de nuestros políticos por los ciudadanos a los que se deben lo tenemos claro en el Congreso y en el Senado, además de no respetar las formas y el sitio que obliga a ello, a entenderse, trabajar por el bien común, ceder unos y otros, proponer y desarrollar proyectos y procedimientos, señores diputados, señores del Gobierno y oposición, ustedes no son los importantes en ese tinglado que tenéis montado, ustedes son meros representantes del pueblo, de los ciudadanos, de las familias, de los empresarios, funcionarios, autónomos, trabajadores, pensionistas, jóvenes, mayores, mujeres y hombres. ¿Por qué ese afán de protagonismo personal? Deben ser más humildes, responsables y comprometidos con su enorme labor. No es posible que se traduzcan lo que se dicen unos a otros teniendo todos ustedes un riquísimo idioma en común, que lo hablan y entienden todos. Para más desprecio al pueblo, es el idioma que hablan entre todos ustedes fuera de los hemiciclos, incluso en los pasillos, cafetería, en salas de las comisiones de trabajo dentro del mismo hemiciclo, en las entrevistas por televisión, radio y prensa. En una palabra, no me dejarán llamarlos “gilipollas”, si está mal, pueden borrarlo, se me escapa, es con todo mi cariño hacia unos impresentables que no merecen estar ahí. Pero sí les llamaré estúpidos al servicio de su propia idiotez. No me dirán que esa torre de Babel que se montan todos ustedes no tiene su aquel. Es para despedirlos a todos por despilfarrar fondos públicos, es nuestro dinero, no el suyo. Ustedes viven de nuestros impuestos y además suponen un malgasto añadido por temas así de incomprensibles e infumables.
Así con todo. Aprueban presupuestos, subvenciones a ustedes mismos, las que les sirvan para crear chiringuitos para ocupar y repartirse cargos y más cargos, sin reparar en el creciente gasto público que suponen todos ustedes. Mientras, no hay inversión para obra pública, para sanear y reflotar empresas, para emprendedores, para construcción de vivienda pública, para ayuda de reparación de viviendas, para crear las condiciones para que vengan empresas e industria... toda su política es apostar por un turismo que empobrece a todos los países que apostaron por él. Solo saben crear empleo público a costa de ir acumulando deuda pública. El empleo cada vez es más precario y peor pagado, ya nadie tiene asegurado un empleo, nos manipularon como con todo, decían obligar a que los contratos fueran todos fijos, solo el nombre tienen. Jamás desde hace muchos años, la inestabilidad laboral fue tan patente y latente. Sin estabilidad económica, las personas se retraen, no arriesgan y no invierten. Qué decir de los salarios, cada vez dan para menos. Por eso ser político se convierte en una obsesión, aferrarse y quedarse al precio que sea, ahora es el único trabajo seguro y bien premiado. El funcionariado también, pero va perdiendo poder adquisitivo y ya no es tan goloso. Solo ganan dinero algunas profesiones liberales por su cuenta. Las nuevas tecnologías nos llevan a un futuro donde no existirá trabajo para todos, si no azuzamos la imaginación vamos directos a la pobreza de antaño. Muchas profesiones que antaño tenían gran valoración la perdieron, el ejemplo claro está en el periodismo. Luego les pedimos y exigimos luchar contra esa precariedad con el respeto a su profesión desde una posición actual sin posibilidades por inestabilidad. Esa ley de prensa para qué, ni la exigen, ni se acelera. Es necesario un periodismo libre, fuera de las garras del poder. Necesitamos como el comer periodistas valientes que fiscalicen el poder, de lo contrario estaremos considerando normal el pacto con Bildu, con independentistas corruptos, delincuentes y fugados, dándoles impunidad y prebendas a cambio de poder. Es de tal indecencia tragárselo que duele razonarlo. Todo eso distorsiona legalidad, pisotea la igualdad de todos ante la ley y la separación de poderes. Sin referencias obligadas de comportamiento y cumplimiento, será difícil hacer cumplir la ley a los ciudadanos cuando a otros desde el mismo poder les permiten saltársela.
Las normas que nos marcamos y las leyes obligan a todos, incluidos todos los políticos, gobierno y jueces. No hay más indecencia que unos políticos indulten o den amnistía a otros políticos corruptos, blanqueando delitos y penas, sin respetar jueces, tribunales, leyes y el respeto por cumplir y hacer cumplir la legalidad y las normas que nos damos entre todos.
Señores, no es ninguna broma que los políticos se salten las leyes, las moldeen, las manipulen y las cambien en beneficio propio; es corrupción institucional sin parangón. Quien tiene que hacer cumplir la ley no puede saltársel
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