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sábado, 3 de agosto de 2024

UN RESPETO RELIGIOSO,

 Hemos visto el maltrato de los sentimientos religiosos de mucha gente, en la estrambótica imagen alegórica de la Santa Cena en la inauguración de la Olimpiada. En ella se muestra una serie de personajes, con problemas personales de identidad sexual, que invita a preguntarse “¿a qué viene esto, aquí y ahora?...”.

Por buscar una salida, a mí me ha llevado, por contraste, a llamar la atención de que ahora, en esta temporada veraniega, el protagonismo de tantas romerías y festejos populares a lo largo y ancho de Asturias y en muchísimos otros lugares de la geografía española, lo tiene otra figura bien distinta…

Me refiero a la Virgen Santa María –para los católicos también Madre de Dios– y tomo como referencia astur la obra literaria de Florentino Fernández (Bello, Aller, 1929-2011), sacerdote y escritor enamorado de Asturias y enamorado de la Virgen, que dedicó varios libros, uno de los cuales se titula “Asturias, trono de la Madre de Dios”. Dicho autor escribió y publicó una amplia obra sobre esta realidad, que mueve a tanta gente a interesarse por la raíz cultural, la tradición y la expresión popular del culto de los hombres a la Virgen María.

Esos lugares y advocaciones son presentados en sus libros como miradores al cielo, y también como puntos luminosos de una realidad histórica, cultural y religiosa que puede servir de referencia a mujeres y hombres que busquen la orientación y el apoyo de sus raíces. Cada uno de esos libros y vídeos están “dirigidos principalmente al hombre de la calle, que va por la vida deprisa, con poco tiempo y mucho que hacer; puede sugerir algunas cosas y abrir pistas para nuestra historia y cultura, íntimamente vinculadas al Evangelio”, escribió el autor en una de las presentaciones.

“Hay una Estrella en el cielo que a los asturianos guía”, dice la canción popular, y así debe de ser para que a lo largo de los siglos se haya ido madurando todo un sinfín de manifestaciones artísticas que culminan en ejemplos de escultura barroca como las de Juan de Villanueva, Toribio de Nava o Fernández de la Vega –por sólo citar algunos–, o en pinturas magníficas que “acercan lo divino a la tierra”, como las del avilesino Carreño de Miranda o del ovetense Miguel Jacinto Melendi.

Otras expresiones de cultura popular, como la danza prima o el corri corri, así como fiestas, costumbres, romerías y nada menos que veinticuatro santuarios, doscientos veinticuatro templos parroquiales, cuarenta y ocho monasterios y unas seiscientas ermitas, repartidos por toda la historia y la geografía del Principado, han encauzado y todavía siguen siendo canal de las esperanzas, alegrías, peticiones, consuelos y agradecimientos que muchos buscamos y tributamos a la Mujer, Madre de todos, que es la Virgen María. Por eso Ella sigue siendo para muchos, año tras año, la reina de tantas y nutridas fiestas patronales asturianas y españolas.

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