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sábado, 18 de noviembre de 2023

LA SOCIEDAD ACTUAL QUE NO QUERIAMOS

 Los que nacimos en el siglo pasado, y recibimos una formación basada en una ética humanista, consideramos que la política y la sociedad tienen que dirigirse a laborar una convivencia regida por el sentido común, y un progreso que, mejorando la sociedad, se dirija al desarrollo de la naturaleza humana, y no a su destrucción. Sin embargo, la marcha que lleva el Partido Socialista, desde aquel atentado del 11M del año 2004, que nunca se ha investigado su origen, su realización y sus consecuencias, y que el PSOE aprovechó para hacer una campaña sucia y ganar las elecciones, con las que entró en el poder Zapatero, ya nada por descabellado y escandaloso que parezca se puede decir que es imposible. Cada nueva iniciativa resulta más irracional: la ley del «sí es sí», la ley trans y la ley de derechos de los animales.

En otro tiempo creíamos en un PSOE, que lo considerábamos sereno y con voluntad de abrir una nueva etapa de actividad política, después de la cerrada época que habíamos sufrido antes. Pero aquello naufragó, y el PSOE, que ha venido después del atentado de 2004, podemos advertir que se ha perdido deslizándose hacia una progresía deshumanizante, con lo que se ha evaporado toda esperanza en aquella socialdemocracia que se había predicado. Aunque nunca llegó a ser afectiva, pues desde un principio mostró, de algún modo, su tendencia a borrar a Montesquieu, y acaparar los tres poderes. Mas el que ha seguido en este siglo ya, para empezar, se califica de progresista, que es un término implantado por el marxismo, y que estos, en realidad, lo han asumido para formar gobiernos de extrema izquierda.

Y ello se ha hecho sin ningún ocultamiento. Hace pocas semanas Pedro Sánchez se dirigió al Grupo de Puebla, que comprende todo el movimiento izquierdista que está triunfando en Sudamérica, y celebraba sus “aportaciones para lograr la igualdad, la prosperidad y la justicia social, que son fundamentales”. Sí serán fundamentales, pero los gobiernos que se están formando no aportan eso, sino dictaduras.

Reunión del Grupo de Puebla, que es una creación del movimiento progresista de izquierda, que está transformando y subvirtiendo Sudamérica. En esta reunión se ha hecho la defensa de las dictaduras añejas de Cuba, Venezuela, Nicaragua, y de las nuevas promovidas en Chile, Colombia y otros países. La intervención de Pedro Sánchez en este Grupo de Puebla muestra, a las claras, que está integrado en la izquierda más extrema. Por tanto, las voces de constitucionalidad que están clamando sus portavoces para formar el nuevo Gobierno es evidente que es mera publicidad, pues ya no anda por esos lares, como lo demuestra los últimos proyectos de amnistía para unos claros delincuentes, y un referendo para la destrucción de la Nación española. Y, por si fuera poco, Zapatero fue uno de los fundadores de ese grupo, al que en la IX Asamblea, que se ha celebrado últimamente, han asistido de España Baltasar Garzón, Dolores Delgado e Irene Montero. ¡No hace falta insistir hacía dónde irá el nuevo Gobierno!

La dirección política que se está tomando nos parecía imposible que llegara a triunfar, pensando que en la sociedad suele terminar imponiéndose el sentido común

La dirección política que se está tomando nos parecía imposible que llegara a triunfar, pensando que en la sociedad suele terminar imponiéndose el sentido común. Pero en las últimas elecciones ha habido unos factores que han desviado el sentir de la población y se han inclinado por cauces de destrucción de la sociedad: ¿cuáles han sido las causas, cuando en mayo se había manifestado el sentir del pueblo? Convendría analizar esta desviación del voto del pueblo.

Cómo íbamos a pensar los que vivimos aquellos tiempos en la legalización del aborto, que es matar un ser humano, cuando está bajando la natalidad, y, como consecuencia, la campana de población muestra una figura adversa al desarrollo de una sociedad. Pero esto, en la actualidad, no tiene importancia, el Gobierno no asume ninguna responsabilidad de esta pérdida de población, cree que pueden suplirlo con extranjeros del tercer mundo, que al final no resuelve el problema, sino que lo empeora. No suponen un desarrollo de nuestra cultura y sociedad, y por el contrario aumenta la pobreza y la delincuencia.

Cómo íbamos a pensar los que conocimos otros tiempos en una ley del «solo sí es sí», que ha venido a causar un desconcierto en la normativa penitenciaria, permitiendo legislar a personas que han actuado por su instinto, con ignorancia de la técnica legislativa, con lo que se ha demostrado que este Ministerio de Igualdad es un verdadero peligro para las mujeres, y para los hombres una degradación, pues, por principio, los califica de delincuentes si son blancos y heterosexuales. Y el rechazo no ha sido por este trasfondo que lleva, sino por la rebaja de penas a los condenados. Y, a pesar de todo, no tienen conciencia del daño que han causado en la sociedad, sobre todo, a las mujeres.

Cómo íbamos a pensar los que nacimos en otros tiempos, en la ley trans, donde se desarrolla un subjetivismo suicida con la «ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI». Ley que está montada sobre la instrumentalización de una pseudociencia al servicio de leyes que son inmorales, peligrosas, dañinas y criminales, porque deshacen para siempre la vida de los que se someten a esos tratamientos.

Cómo íbamos a pensar los que nos educamos en otros tiempos en la ley animal, para introducir en la sociedad una nueva ideología relacionada con el activismo animalista, sin tener en cuenta los sectores afectados por la tenencia de animales. Nadie se opone al bienestar de los animales, pero atribuirles derechos es otra cosa. Para tener derechos hay que tener la facultad de razonar, pues ser titular de derechos conlleva obligaciones, que los animales no pueden cumplir. Por lo que es una ley ideológica, sin sentido real y muy molesta para el ciudadano, que se considera parangonado a los animales en derechos y obligaciones.

La sociedad es una organización de personas, y ha de tener un desarrollo racional, adecuado a su naturaleza. Así se ha formado la cultura europea de la que somos miembros. Estas orientaciones se dirigen a la destrucción de nuestra cultura, y algo más a la destrucción del ser humano. ¡Este Gobierno a qué mundo nos quiere llevar!

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