Una amenaza invisible que agrieta los cimientos económicos de Rusia y puede extenderse a nivel global
Este problema se erige como un gran riesgo y pone en jaque las infraestructuras petroleras y empresariales del país, mientras el desplome de edificios y la inundación de cultivos se suceden, y nuevas bacterias y virus aparecen con el deshielo
Dos tercios de Rusia se asientan sobre una capa de permafrost que se deshace y están en juego los gaseoductos, al tiempo que abre una ruta Ártica de la que los rusos serán los más beneficiados
El permafrost es una amenaza silenciosa que avanza por Rusia, pone en peligro su esencial industria gasística y supone una bomba de relojería para el resto del planeta. Oriol Grau, investigador postdoctoral Marie Curie de la Universidad de Amberes (Bélgica) aclara que «el permafrost es el suelo que está permanentemente congelado. Sobre él hay una parte superficial, denominada activa, que durante la estación cálida se puede derretir, pero por debajo, el permafrost quedaba siempre intacto». Esta capa helada «se encuentra en zonas árticas y subárticas o de mucha altitud», aclara este experto.
Miguel Ángel de Pablo, geólogo y profesor de ciencias ambientales de la Universidad de Alcalá, añade que el espesor del permafrost puede llegar a centenares de metros y la capa activa tiene entre unos pocos centímetros y un par de metros.
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