El izquierdismo francés, en vías de extinción en una Francia cada vez más conservadora
El favorito de la izquierda, Mélenchon, disputa -sin mucho éxito- a Marine Le Pen el voto obrerista
Las elecciones presidenciales francesas culminan un proceso de ocaso, división, enfrentamientos y relativa marginación cultural, social y política de todas las izquierdas francesas.
Marginación política relativa: todas las izquierdas, juntas, tienen menos intenciones de voto que las extremas derechas.
Marginación social: el 35 % de los obreros franceses votan a la extrema derecha desde hace años; el voto obrero es muy modesto entre el muy minoritario electorado comunista; cuenta poco o nada en el ultra minoritario electorado socialista; y no tiene un peso llamativo en las extremas izquierdas. Marginación cultural: las ideas de izquierdas son minoritarias en la vida pública.
Se trata de un proceso histórico que tiene cuarenta años de historia…
En 1981, la unión de la izquierda socialista y comunista, liderada por François Mitterand, se proponía «romper con el capitalismo» y construir el «socialismo a la francesa».
Aquella aventura duró dos años, y terminó con la ruptura entre PS y PCF, pero Mitterrand gobernó con muy distintos gobiernos de izquierda y derecha hasta 1995, catorce años.
François Hollande fue elegido presidente, el 2012, afirmando que su gran «adversario» eran las «finanzas». Gobernó cinco años, terminando su mandato con la cota de estima popular más baja de un presidente de la V República. En total, la izquierda socialista, en solitario, o acompañada de otras izquierdas, ha gobernado Francia en diecinueve de los últimos cuarenta y un años.
Las presidenciales del 2022 marcan una ruptura y hundimiento histórico: seis partidos y grupúsculos de izquierda, socialistas, comunistas, ecologistas y de extrema izquierda, están enfrentados entre ellos, se presentan divididos y tienen menos votos que las extremas derechas. Según los últimos sondeos publicados la tarde-noche del viernes, este es el estado de división minoritaria de las izquierdas francesas:
-Jean-Luc Mélenchon (extrema izquierda populista) tiene 15,5 % de intenciones de voto. Fue ministro muy moderado de Mitterrand, ha sido líder de varios grupúsculos extremistas. Nunca ocultó su simpatía por el nacionalismo de Vladimir Putin. Su programa ultranacionalista compite con el de Marine Le Pen por el electorado popular. En vano: el 35 % de los obreros franceses votan extrema derecha desde hace muchos años.
-Yannick Jadot (ecologista) tiene 5,2 % de intenciones de voto. Antiguo partidario del comunismo de Léon Trotski, tiene un problema de fondo: los ecologistas franceses están divididos entre partidarios y adversarios de Macron.
-Fabien Roussel (comunista) tiene un 3,2 % de intenciones de voto. Ha conseguido hacer campaña sin decir la palabra comunismo ni una sola vez, sustituida por «progresista». Esa reconversión le ha permitido pasar del 1 al 3,2 % de intenciones de voto.
-Anne Hidalgo (socialista) tiene un 2 % de intenciones de voto. La alcaldesa de París nacida en la provincia de Cádiz corre el riesgo de pasar a la historia como la protagonista del hundimiento histórico del Partido Socialista. Catástrofe que pudiera culminar con la «desaparición» de su partido, sustituido por una nueva formación de carácter «progresista».
-Philippe Poutou (nueva extrema izquierda) tiene un 1 % de intenciones de voto. Nathalie Arthaud (extrema izquierda tradicional) tiene un 0,6 % de intenciones de voto. Marxistas tendencia Groucho: «De la inexistencia pasé a la más absoluta miseria».
Vía crucis
Socialistas y comunistas no se entienden entre ellos, y tampoco se entienden con tres partidos de extrema izquierda, igualmente divididos. Los ecologistas no se entienden con ningún partido de izquierda. Esa cruda realidad política puede acelerar la desaparición, recomposición de varios partidos políticos de izquierdas.
En el PS, varios ex ministros socialistas han abandonado al barco a la deriva de su propia partido, para pasarse con armas y bagajes al proyecto político de Emmanuel Macron. Anne Hidalgo, la candidata socialista, por su parte, ha celebrado varias cenas como amiguetes y personajes con aspiraciones, como el ex presidente François Hollande, preparando «el día después» de la derrota anunciada.
El PCF, los dos micropartidos de extrema izquierda, y los ecologistas, se contentarían con no agravar sus crisis de identidad, sin otras aspiraciones que la supervivencia estricta.
Jean-Luc Mélenchon, el líder de Francia Insumisa (extrema izquierda populista), aspira a su hora de gloria, a la vejez, tras cuarenta años de carrera, esperando convertirse en líder de la futura oposición de izquierdas. Gran triunfo personal y gran catástrofe para las izquierdas francesas. Mélenchon ha sido de todo: socialista moderado, socialista radical, ultra izquierdista, pro Putin, «distante» de Putin, culminando una carrera de ultra nacionalista de izquierdas, hostil a la Unión Europea (UE) y la Alianza Atlántica.
Más allá de la realidad política, se trata de una realidad cultural: las ideas de izquierdas, socialistas o comunistas, en primer lugar, han pasado a ser minoritarias o muy minoritarias en una Francia conservadora, muy conservadora o ultra conservadora.
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