Massiel: «El Ministerio de Igualdad me da risa»
La artista, premio AIE 2021 a ‘Toda una vida dedicada a la música’, sigue dando guerra con sus opiniones libres y críticas
María de los Ángeles Santamaría Espinosa, Massiel (73 años) siempre se ha negado a escribir sus memorias porque son tantas las vivencias, las anécdotas, las emociones, los éxitos y las decepciones, que necesitaría demasiado tiempo, demasiadas páginas para abarcarlo todo. Refugiada en Ibiza, donde llegó en 1975 para encontrar la paz frente al Mediterráneo (aunque ella, que se siente una asturiana orgullosa, mantiene su fascinación por el bravío Cantábrico), ha recogido este lunes en Madrid el Premio a ’Toda una vida dedicada a la música’ que concede la Asociación de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes (IAE).
La cantante ha aprovechado el viaje para visitar a su dentista, porque la pandemia le ha afectado mucho a los huesos: «Tuve una infección terrible, me tuvieron que extirpar una pieza y se me puso la cara negra». A pesar de ese problema de salud, se encuentra mucho mejor de su degeneración ocular: «Me operé el año pasado y he logrado pasar de un 20% de visión a un 70% en el ojo derecho. Ya puedo ir al teatro o al cine sin gafas. Antes incluso tenía problemas de equilibrio porque apenas veía. ¡No sé cómo no me caí!», reconoce en un tono que demuestra su ánimo y su fuerza. No en vano el cineasta José Luis García Sánchez la bautizó ‘La tanqueta de Leganitos’ en honor a la calle más barata de Madrid en el juego del palé, la versión cañí del ‘Monopoly’.
Massiel siempre ha ido por delante de los tiempos que le han tocado vivir: rebelde en el Franquismo, rebelde en la Transición, inconformista y más rebelde en estos tiempos de ‘democracia consolidada’ en los que se rebela, sobre todo, contra un ministerio de Igualdad que le da risa: «Todas las decisiones se toman para dar imagen. Porque defienden la transexualidad van de modernas. ¿De qué hablan? No se puede quitar humanidades para luego fomentar la demagogia de si tienes ‘pilila’ o vagina. La transformación del sexo sin la madurez necesaria es algo serio, pero estamos en la cultura de lo accesorio, todo lo que importa es el físico. Es el mercado de la carne, ¿cómo se puede hablar de igualdad en estas condiciones?». A Massiel, este tema la enciende: «Yo he sido siempre una mujer muy empoderada, no como esta ministra que tiene tres hijos y está casada con un señor que es comunista y huele a rancio, porque el comunismo no ha funcionado en ningún lugar del mundo». Lo dice una artista que puso fin a su primer matrimonio cuando su marido le pidió que volviera a casa de los ensayos de una obra de teatro para prepararle la cena: «O Brecht o yo», la retó. Massiel ni se molestó en contestar, dejándole con la palabra en la boca.
El propio Julio Iglesias ha reconocido que Massiel «era Dios» en América, pero ella antepuso la maternidad al éxito internacional. Y no se arrepiente: «Estoy muy orgullosa de mi hijo, que tiene dos carreras y me ha dado tres nietos -dos niños y una niña- maravillosos. Cuando Aitor Carlos Zayas nació, estuve dos años sin hacer gira porque ese tiempo es clave en el desarrollo emocional e intelectual de los bebés. Los hombres pueden seguir con su carrera y dejar a sus hijos con su madre. Pero, mira, lo hizo Julio y al final le costó su matrimonio con Isabel Preysler».
PORQUE SABE DE LO QUE HABLA
«En manos de analfabetos»
De su carrera, Massiel se queda con momentos como su presentación en Paraninfo junto al maestro Pepe Nieto (fueron portada de ‘Pueblo’), su empeño por convencer a Luis Eduardo Aute de cantar sus propias canciones, una victoria en Eurovisión que le dio más disgustos que alegrías («En este país no se puede triunfar, enseguida te quieren manipular»), el teatro (en los escenarios, con ‘Follies’, se despidió del público) y, sobre todo, su pasión por la música: «Me encanta descubrir canciones, grabarlas y disfrutarlas en directo». Gracias a ellas ha podido trabajar junto a los más grandes, a quienes admiraba. Así pudo cantar ‘Que te perdí, que te vas’, de Silvio Rodríguez. Massiel no es una nostálgica, pero sí reconoce que algo de esos tiempos pasados era mejor: «Eran artistas de verdad. Había emoción, algo que no se puede perder. En muchas cosas parece que hemos ido para atrás, como nuestros políticos: no se puede acumular tanto en tan poco tiempo. Ahora estamos en manos de analfabetos, gente que se inventa carreras y títulos. Me dan náuseas».
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