La paradoja de ser trabajador esencial y tener más de 55 años
Las dudas sobre la eficacia de la vacuna de AstraZeneca deja sin protección a centenares de profesionales de riesgo,
José Emilio tiene 56 años, es profesor de un Instituto de Secundaria de la Comunidad de Madrid y aún no sabe cuándo llegará a su brazo la esperada dosis mientras a sus compañeros les vacunan. Lo mismo le sucede a Camino, docente de 58 en un colegio de Madrid. Ella aún aguarda la vacuna y su hija de 25 años, profesora en el mismo centro, ya está protegida frente al virus. Los profesores han entrado en la categoría de personal esencial, con prioridad en la campaña de vacunación por tener más posibilidades de contagio. No son los únicos. Policías, bomberos, farmacéuticos, ondontólogos o fisioterapeutas ya han empezado a recibir las primeras dosis en toda España, aunque solo se está inmunizando a los menores de 55 años. Los profesionales mayores, con más riesgo de sufrir complicaciones de Covid por edad, se han quedado en un limbo sin derecho a vacuna.
Curiosamente se inmuniza a policías, profesores o bomberos de 25 años, pero no a sus compañeros de 60. La paradoja tiene explicación y pasa por los recelos que ha despertado la vacuna de AstraZeneca. El Ministerio de Sanidad decidió autorizar el uso del fármaco solo para adultos hasta 55 años por no haber suficientes datos que avalaran la eficacia más allá de esa edad.
Eso dejaba a Sanidad sin posibilidad de utilizar la vacuna británica en los mayores de 80 y 90 años por lo que decidió agilizar la vacunación dando preferencia a los profesores esenciales. No fue una mala decisión, aunque dejó fuera de juego a los profesionales de más de 55 años. Para ellos no hay aún fecha de vacunación. Su turno podría retrasarse «varios meses», salvo que llegue una nueva remesa de vacunas, avisó ayer Elena Andradas, directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid. Pese a ser considerados trabajadores esenciales deberán esperar a que les llegue el turno por edad, como la población general.
En todas las edades
La solución, más sencilla, pasa por la utilización del fármaco de AstraZeneca en todas las edades, sin restricciones. Madrid se lo ha pedido por carta a la ministra de Sanidad, Carolina Darias. Y le han seguido, al menos, Andalucía y Cataluña. A todas se les agota la paciencia. Alba Vergés, consejera de Salud de Cataluña, ha llegado a amenazar al Ministerio de Sanidad con tomar una decisión sin esperarle. «Nos jugamos la salud de nuestros ciudadanos. Así, pues, o actúan ellos o actuaremos nosotros», escribió hace unos días en un artículo en La Vanguardia.
El jueves pasado la Comisión de Salud Pública tenía en su agenda debatir este asunto. Todo apuntaba a que España iba a seguir los pasos de Alemania, Francia o Portugal, tres países que limitaron al principio el fármaco de AstraZeneca y decidieron después eliminar las restricciones.
El jueves era un mal día para tomar una decisión de ese calado. El debate coincidió con la retirada provisional de un lote de la vacuna de AstraZeneca en nueve países europeos por el temor a que pudiera estar detrás de varios casos de tromboembolismo y dos fallecimientos sospechosos.
La más polémica
La relación causa-efecto entre la inoculación de la vacuna y la aparición de trombos no se ha probado, pero el Ministerio de Sanidad volvió a optar por el principio de precaución.La decisión se aplazó hasta la próxima semana y con ella la sospecha volvió a recaer en una vacuna que no ha dejado de ser polémica desde su aprobación. Al principio, por el incumplimiento en la entrega del laboratorio, después por su eficacia en personas mayores y ahora por su seguridad.
La esperanza está ahora en la última vacuna autorizada, la de Janssen/Johnson&Johnson. El fármaco ya tiene luz verde de la Agencia Europea del Medicamento, aunque aún no hay fecha para su distribución.
ESTE GOBIERNO ES PURA CONTRADICCIÓN E IMPROVISACIÓN
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