Iglesias se alía con Puigdemont
El expresidente de la Generalitat perderá su inmunidad como parlamentario europeo, pero ha encontrado en Podemos a un nuevo aliado en su ofensiva contra la legalidad y el sistema penal.
Tal y como estaba previsto, el Parlamento europeo se dispone formalmente a levantar la inmunidad de Carles Puigdemont y de otros dos dirigentes independentistas catalanes que lograron su acta de parlamentarios en Estrasburgo una vez que huyeron de España para no responder ante la justicia por sedición. El refugio europeo de Puigdemont dura ya demasiado, pero su situación de privilegio aún está lejos de resolverse y de que pueda sentarse en el banquillo de los acusados. Sus tretas, su aprovechamiento de que los tribunales de Bélgica conserven una animadversión a España que excede con mucho el ámbito objetivo de aplicación de la ley -en concreto de la euroorden-, y su capacidad para dañar la imagen de España, continúan vigentes. Por más que sea un logro que el Parlamento europeo actúe con la lógica de las leyes y que se niegue a protegerlo frente a su vulneración del Código Penal español, lo cierto es que nada cambiará a corto plazo. La competencia de que Puigdemont pueda ser definitivamente juzgado no reside en Estrasburgo. Esa Cámara es solo un instrumento, un trámite más, pero no es vinculante para su inmediata entrega a España. La responsabilidad sigue recayendo en un tribunal belga incapaz de asumir que está comprometiendo la utilidad de una herramienta pactada por la UE para facilitar la entrega de delincuentes entre estados miembros.
En Puigdemont converge una doble circunstancia. No es solo un prófugo del Tribunal Supremo que pretende equipararse a un falso presidente de la república catalana en el exilio. Es un manipulador consciente de la realidad política en Cataluña, y es quien está condicionando la conformación de un nuevo Gobierno de la Generalitat de la mano de ERC y de la CUP. Más aún, es quien tiene en su mano que el proceso electoral resulte fallido y puedan repetirse los comicios. Por eso resulta poco comprensible que, entre tanto interés espurio, Podemos haya presionado hasta el límite al PSOE para que votase en contra del levantamiento de la inmunidad. El de Pablo Iglesias no deja de ser un partido con inclinaciones separatistas, capaz de encubrir a Puigdemont con tal de seguir dividiendo al Gobierno de Pedro Sánchez, e incardinarse en ese frente de la extrema izquierda obsesionado con dañar la estabilidad institucional de España. La estrategia es clara: sumarse a un frente populista que aumente las dudas que pueda albergar Bélgica a la hora de decidir sobre la entrega de Puigdemont. De este modo, Podemos contribuye a su victimización y a hacer cuña contra nuestra legalidad desde dentro del propio Gobierno, haciendo creer a los jueces europeos que España es un estado represivo en el que se persiguen ideas políticas y no delitos flagrantes.
Ahora se abrirá un proceloso camino jurídico antes de que alguien pueda decidir sobre la entrega forzosa del expresidente de la Generalitat a España. Desde esta perspectiva, es encomiable que el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que fue instructor del proceso que dio con Oriol Junqueras y el resto de líderes separatistas en la cárcel, haya planteado una cuestión de prejudicialidad ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo por lo que considera un exceso de los jueces belgas al erigirse en entes negacionistas de la euroorden sin tener competencias para ello. Atrás queda el compromiso expreso de Pedro Sánchez en campaña electoral de detener a Puigdemont y ponerlo a disposición de los jueces porque desde su llegada a La Moncloa no ha hecho sino pactar con el separatismo. La consecuencia es que mientras la justicia europea decide, Puigdemont seguirá libre.
ESTE SEÑOR NO PUEDE SEGUIR NI UN MINUTO MAS EN EL GOBIERNO ES UAN PERJURO
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