POR ÉL MATO.
Como si del circo se tratara, los políticos están tensando tanto la cuerda que puede acabar rompiéndose, y mientras tanto a los españoles no os queda otra que hacer equilibrios para no caer al vacío de la desesperanza, de la frustración y de las falsas promesas.
Parece mentira que, en un año maldito sacudido por la pandemia y por sus nefastas consecuencias sanitarias y económicas, los políticos se permitan el lujo de tirarse los trastos a la cabeza como si el grave problema que está padeciendo toda la población española no fuera con ellos, que parecen más preocupados por mantener su poltrona que en tratar de encontrar soluciones a los múltiples problemas que afectan a una sociedad cansada de tantos desvaríos.
Siendo como somos un país socialmente avanzado y democráticamente consolidado, no nos merecemos el desdén y el trato que recibimos por parte de los gestores de la cosa pública, de unos gestores que no solo se permiten actuar de espaldas al interés general, sino que llegan bastante más lejos provocando situaciones esperpénticas como las que están protagonizando con actuaciones, declaraciones, dimisiones y mociones que están llegando al límite de resistencia del hilo de alambre que nos sujeta.
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