Ciudadanos declara la guerra total al PP y lo acusa de abrir «la caja B» para «comprar» a sus cargos
Edmundo Bal advierte de que no van a «bajar los brazos» ni a «entregar el partido».
Guerra total en el centro-derecha. El salto del exsecretario de Organización de Ciudadanos (Cs) Fran Hervías al Partido Popular (PP) ha elevado la hostilidad entre los dos partidos a niveles desconocidos. Solo un día después de que tres diputados autonómicos se aliasen con los populares para votar en contra de su propia moción de censura a cambio de entrar en el Gobierno regional, el último hombre fuerte de Albert Rivera -y fiel a su estrategia final- que quedaba en política consuma su cambio de bando.
En Cs son plenamente conscientes del poder que ejercía en la sombra Hervías, responsable de la implantación nacional de la formación liberal -entonces socialdemócrata-, y que ha colocado en sus cargos a multitud de dirigentes regionales y locales de Cs que podrían estar preparando su desembarco en filas populares. Por eso hoy, el portavoz adjunto de Cs en el Congreso, Edmundo Bal, ha puesto la tirita antes que la herida: «Les digo que durante las próximas semanas vamos a asistir a esta operación del PP en toda España para comprar cargos, a gente en la que confiábamos en este partido. Personas que se metieron en la política no para defender la honradez y la limpieza. Se van al partido de Bárcenas, al de la caja B, al que tiene que dejar su sede porque sus obras están pagadas con dinero negro».
La contundencia de Bal es fiel reflejo de lo que dolió anoche que Hervías abandonase Cs para incorporarse al PP. Él, conocido internamente como el Lobo, tiene más información que nadie en el partido. Sabe perfectamente la sensibilidad de cada uno y conoce más trapos sucios que nadie. Si hay alguien cuyo fichaje por los populares supusiese una amenaza para Cs, ese es Hervías.
En la dirección nacional se sienten traicionados y esa rabia se convierte ahora en autodefensa. Pero los cuchillos sobrevuelan en un partido en el que divergen los intereses y en el que hay una guerra de guerrillas soterrada que probablemente salga a relucir mañana, en la reunión del Comité Ejecutivo convocada por Inés Arrimadas el viernes. La figura de Carlos Cuadrado, vicesecretario general, está cuestionada desde hace meses, pero ahora, tras la jugada fallida para sacar al PP del Gobierno de la Región de Murcia y aliarse con el PSOE, su continuidad está más en peligro que nunca.
El liderazgo de Arrimadas, en tela de juicio
Sin embargo, también hay dirigentes que señalan directamente al liderazgo de Arrimadas, bunkerizada desde que el viernes saltó por los aires la moción de censura en la Región de Murcia, y que reclaman un nuevo rostro al frente del partido. Bal, en cualquier caso, ha clamado con dureza contra el PP y contra quienes se dejan «comprar» a cambio de asegurarse una silla en política.
La suya ha sido una declaración, sin preguntas de los medios, en la que marca claramente un antes y un después en las relaciones entre Génova y Alcalá. Ha recordado que hace un año se declaró el estado de alarma que conllevó el confinamiento más duro de toda Europa y ha reivindicado las decisiones de Cs en un tiempo de «miedo, inseguridad, muerte, contagios y hospitales». «Solo pensamos en los españoles, nunca en el rédito político, como hacían otros», ha sentenciado.
Pero a partir de ahí, todo han sido ataques a propios y extraños. A los que se dejan seducir por el PP intuyendo el posible hundimiento de Cs y a los populares. «Podríamos haber sido cómodos, haber ido por la vía de lo fácil, pero escogimos el camino más complicado. Hemos tendido puentes, combatido la crispación y luchado contra la corrupción. Y por eso somos incómodos».
«Trama de corrupción»
«Estoy aquí para anunciarles que el PP tiene en marcha una nueva trama de corrupción. Quieren comprar voluntades, quieren comprar personas. Han abierto la caja B con comportamientos mafiosos. Lo que vimos en Murcia quieren hacerlo en toda España», ha denunciado Bal, recordando su lucha contra la corrupción cuando ejercía de abogado del Estado.
«En lugar de luchar contra la corrupción, el PP quiere corromper España. Quiere combatir y destruir a Ciudadanos», ha atizado, y ha atacado a los populares por donde más les duele: por sus pasados casos de corrupción. Ha recordado «la caja B» y «los sobres» de su extesorero Luis Bárcenas.
En Cs, ha dicho, «no se roba dinero, no se roban vacunas y no se compran voluntades». «Si quieres vender tus principios y perder tu dignidad por cargos y por dinero, este no es tu partido», ha lanzado como mensaje a la interna, en un intento de estigmatizar a quien piense seguir los pasos de Hervías. A él no lo ha mencionado en ningún momento, pero multitud de sus mensajes eran dardos dirigidos contra quien ayer por la tarde seguía siendo senador de Cs: «He conocido miles de personas honradas en este partido que creen en este proyecto, que saben que están en el sitio correcto, que no quieren ser cómplices de prácticas corruptas. Se lo digo claramente: somos más los que creemos en la dignidad. Somos más y vamos a seguir aquí, peleando por la libertad y contra la corrupción».
Mensaje a Génova
A Teodoro García Egea, secretario general del PP y clave en la captación de los tres diputados murcianos que cambiaron su lealtad de martes a viernes -una de ellas, Valle Miguélez, fue colocada como secretaria de Organización autonómica por Hervías-, también le ha enviado un mensaje: «Dicen unos que tienen sus puertas abiertas para aceptar tránsfugas. Nosotros tenemos las puertas cerradas a los corruptos». «Es evidente que hemos cometido errores -ha añadido sin citar ninguno-, pero no hemos cometido delitos ni nos hemos comportado de forma inmoral ni mafiosa». Como Isabel Díaz Ayuso, que planteó una disyuntiva entre «socialismo y libertad» al convocar las elecciones autonómicas en Madrid, Bal ha expuesto la suya propia: «dignidad o corrupción». «No nos vamos a rendir, no vamos a bajar los brazos y no vamos a entregar este partido», ha concluido, con una vehemencia propia de quien se revuelve tras sufrir un varapalo.
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