Errejón: el hombre que puso fin al asalto a los cielos.
Alejó a Podemos de la radicalidad y, de haber estado en lugar de Iglesias, habría dicho «sí» a Pedro Sánchez.
Desde La Moncloa aprovecharon este pasado mes julio una de tantas brechas habidas durante las fallidas negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez para presionar a Pablo Iglesias con la idea del daño que le produciría la presencia de Íñigo Errejón (Madrid, 1983) a nivel nacional si se adelantan los comicios. «En política he aprendido a no descartar casi nada», expresó Errejón en una entrevista en El Mundo, preguntado sobre si Más Madrid concurriría en unas segundas elecciones el 10 de noviembre. «Hay claramente sitio para otra fuerza progresista no sectaria», atizó después.
No era la primera vez ni sería la última en la que el jóven político dejaba la puerta abierta a dar el al gran salto que los suyos han decidido hoy que debe dar. Lo hará después de haber dicho este año que Podemos «corre el riesgo de oxidarse» y que por eso apostó por una fuerza más transversal como Más Madrid, que le permite además desarrollar un espacio político más abierto al que en su antigua formación le dejaban acceder. Así, Más Madrid aterrizaba el pasado 26 de mayo en la Asamblea de Madrid con un 14,6 por ciento de los votos, siendo la cuarta fuerza autonómica y desplazando a Podemos al sexto puesto.
La cara amable
Cuando Podemos llegó al Congreso en 2016, Errejón era una de las mentes pensantes y la cara amable a la que se veía con la capacidad de diálogo y la mano izquierda necesarias dada la fragmentación del Parlamento. Con fama de «cerebrito» y acostumbrado a las bromas por su apariencia aniñada, siempre se ha elogiado su pragmatismo y dotes de estratega. Sus rivales le reconocen siempre su talante conciliador y buenas maneras. A él se atribuye el diseño de ese camino que emprendió Podemos tras las elecciones europeas del 2014 alejándose de sus mensajes más radicales y cambiando el tradicional eje izquierda-derecha por el de arriba-abajo.
El cisma que provocó en la formación en la que fue tan relevante tiene una fecha clave: el 17 de enero, el día del quinto cumpleaños de Podemos, en el que el partido estalló por los aires después de que el cofundador Errejón rompiera con el proyecto que había ayudado a crear para presentarse a los comicios autonómicos bajo la marca de Más Madrid. Iglesias se quedó sin su apuesta estrella en la Comunidad de Madrid: Errejón era el número uno en su lista en la región y tuvo que medirse contra una plataforma que les sangró 20 diputados en las urnas.
Con aquel movimiento, Errejón formalizaba entonces su descontento con la estrategia personalista del líder de su partido abriendo una nueva etapa tan llena de incógnitas como de oportunidades para su proyección personal. Se despojaba así de forma definitiva de los corsés con los que Iglesias le había maniatado tras ganarle en Vistalegre II. Después de aquel congreso, Errejón fue sustituido por Irene Montero como portavoz parlamentaria y se vio relegado a una segunda fila política y mediática, tras lo que él, que había marcado la estrategia de Podemos hasta que el líder se lo permitió, decidió estrenar una andadura acorde con su concepto diferente de la política y con su planteamiento más pragmático de la actividad pública: un espacio político más abierto y transversal. Crítico con el sector oficialista, su abandono del barco podemita fue aplaudido por Carolina Bescansa y Luis Alegre, que le habían precedido en ese salto.
Desde ese mismo momento, se creyó que aquella aventura electoral junto a Carmena era un movimiento arriesgado en lo personal, pero también es un laboratorio susceptible de proyectarse a nivel nacional. El roto que Errejón provocó en Podemos se podía cuantificar entonces en un 36% de los apoyos de Podemos, los que había sumado en Vistalegre. Pero su movimiento también tuvo repercusiones cualitativas en la medida que supuso un batacazo para ra el proyecto autoritario y personalista de Iglesias.
Sí a Sánchez
El ahora exdiputado de Podemos ha admitido que sus hondas discrepancias con la dirección empezaron en 2016, cuando Iglesias tumbó la investidura de Pedro Sánchez y un Gobierno PSOE-Ciudadanos. «Yo sí hubiera aceptado la oferta de Sánchez», dijo en El País en agosto, al respecto de la última oferta de coalición que el PSOE había hecho a Iglesias. Y es que, al hoy dirigente de Más Madrid no le tiembla la voz al hablar de los errores que, a su juicio, siguen cometiendo Iglesias y la cúpula morada. Errejón se ha empleado en los últimos meses en trasladar la idea de que hay un espacio en la izquierda para un proyecto lejos del partidismo de Podemos y nunca se ha descartado para ocuparlo.
Durante una entrevista con el diario francés «Le Média Presse», publicada este verano, Errejón valoró que el rumbo ideológico que ha tomado el partido morado está siendo su principal lastre demoscópico. «Cometimos muchos errores, pero hubo una decisión estratégica e ideológica, y que yo no compartí en su momento, que creo que está llevando a un cierto declive de Podemos», decía el confundador. «En 2017 Podemos ratificó su voluntad de acercarse a Izquierda Unida y convertirse ideológica, discursiva y simbólicamente en una formación política postcomunista a la izquierda del PSOE», lamentaba. Una estrategia que rompe con la idea primitiva de un partido que, según explicaba, «no consiguió cinco millones de votos porque fuera una fuerza política que le hablara solo a la izquierda sino que le hablaba al conjunto de los españoles que habían sufrido la estafa democrática y la corrupción, y les proponía una regeneración».
La beca y el móvil
Íñigo Errejón no se ha librado de algunas de las polémicas que han salpicado a Podemos, como el expediente informativo que le abrió la Universidad de Málaga -hoy ya archivado- en diciembre del 2015 para aclarar si había vulnerado sus incompatibilidades. Apasionado de la lectura y de la reflexión pausada, Errejón es, según la presidenta del Congreso, Ana Pastor, uno de los diputados a quien más se veía con el móvil en el escaño. En el 2016 ganó el premio al diputado 2.0 de la Asociación de Periodistas Parlamentarios por su frenética actividad en las redes sociales. Domina varios idiomas, incluido el catalán, que aprendió cuando escribió su tesis doctoral en Girona.
LA CULPABLE FUE IGLESIAS POR SER DICTADOR DENTRO DEL PARTIDO.
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