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viernes, 27 de septiembre de 2019

ABONADOS A LA MALA FORTUNA.

Un hombre sin hogar duerme en un banco de la avenida de la Libertad, junto a sus enseres
Abonados a La (mala) Fortuna.

Hartos de la dejadez y el abandono institucional, los vecinos se echarán hoy a la calle para pedir medidas urgentes que ayuden a mejorar el barrio.

No es un problema nuevo, pero tampoco quieren dejarlo correr. Los vecinos del barrio de La Fortuna (Leganés) recorrerán esta tarde sus principales calles para gritar que ya no pueden más, que están hartos de la inseguridad, la falta de limpieza, los desperfectos en el mobiliario urbano o las deficiencias que, a su juicio, aseguran tener en algunos servicios públicos. La fortuna, valga la redundancia, hace tiempo que dejó de sonreír a un enclave conformado por casi 13.000 habitantes. «Si es que alguna vez la tuvimos», sonríe sarcástica una mujer antes de señalar los principales focos de conflicto. Desde el Ayuntamiento de la localidad, dirigido por el socialista Santiago Llorente, insisten en la mala percepción que ostenta la zona y aseguran trabajar -dentro de sus competencias- en varios frentes para mejorar el día a día de los residentes.
Habituales del barrio, sentados en un locutorio
Habituales del barrio, sentados en un locutorio
Los últimos acontecimientos han puesto a la barriada en el disparadero. El apuñalamiento de un hombre a manos de un conflictivo grupo de jóvenes, habituales de La Fortuna, hizo prender la mecha de un vecindario que no está dispuesto a dejarse amedrentar. Aquel día, la víctima fue agredida por defender días antes a un mendigo, al que también querían golpear. «Se quedaron con su cara y le fueron a buscar», explica otro morador cansando de la falta de seguridad que impera en la calle. «Suele ir por rachas, hay épocas que todo está más tranquilo y otras, como ahora, que se han producido varios robos y peleas», incide un comerciante asentado en la avenida de La Libertad.
El trasiego de personas drogodependientes o con problemas derivados del alcohol, procedentes del centro de acogida de baja exigencia Puerta Abierta -al otro lado de la M-40, en Carabanchel- es otra de las contrariedades más visibles. «Cruzan la carretera casi sin mirar y pasan el día en el parque que está detrás del centro comercial Sambil», subraya uno de los impulsores de la manifestación. En ese punto, muy cerca de la estación del suburbano, establecen su lugar de reunión aprovisionados de cartones de vino y latas de cerveza. «Hay veces que se ponen a pedir en la puerta del metro y si no les das nada te insultan», prosigue este interlocutor, que por razones de seguridad prefiere mantenerse en el anonimato: «Es habitual que hagan sus necesidades a plena luz del día y a la vista de todos».

Los bares cercanos tampoco escapan a la problemática. «Entran y se ponen a fumar dentro. Si les dicen que se vayan te responden mal o se vuelven agresivos», relata una hostelera temerosa de que la clientela diaria acabe marchándose a otra parte. Más allá del parque, los toxicómanos también transitan por el resto de calles, sin que hasta la fecha nadie en el barrio haya observado una solución.
En ese sentido, el Consistorio de Leganés mantuvo ayer la primera reunión con el nuevo Ayuntamiento de la capital, en la que también participaron representantes del Samur Social y vecinos de La Fortuna. «Con la Corporación de Manuela Carmena se han venido haciendo encuentros periódicos para tratar este asunto», revela el concejal de Seguridad Ciudadana, Óscar Oliveira, que recalca la voluntad de continuar esta línea de trabajo. La primera medida adoptada será la mayor presencia de educadores sociales tanto en el centro de Carabanchel como en el área más afectada de La Fortuna.
Respecto a la delincuencia, el edil apunta al refuerzo de 55 agentes en prácticas de la Policía Nacional que han comenzado a patrullar en Leganés. A ello se suma una dotación de la Policía Local ubicada permanentemente en La Fortuna. Pese a todo, los residentes no creen notoria la presencia policial en la zona. «Echamos en falta que haya una comisaría. Los ladrones suelen controlar las salidas del barrio y dan el aviso cuando ven que llega una patrulla», desvela otro comerciante consciente de las dificultades actuales para acabar con el abandono al que dicen estar sometidos.
La suciedad y los desperfectos en el mobiliario urbano no escapan a las quejas de los moradores. «Las carreteras tienes grietas y las aceras tampoco están para tirar cohetes. Conozco el caso de una persona con movilidad reducida que no puede ir con su silla eléctrica por ciertas calles porque tiene miedo a caerse», advierte una mujer mientras recalca la escasa iluminación que presentan algunas zonas. Para paliar este déficit, el Gobierno local inició ayer la colocación de contenedores con pedales -atendiendo así a uno de los compromisos electorales- y apunta al reciente cambio de la empresa adjudicataria de limpieza como dique de contención para mejorar el servicio: «Van a traer maquinaria nueva».
Un contenedor quemado
Un contenedor quemado
La okupación de viviendas también está latente en los bloques de la calle del Carmen, 15 y 17; y en el de Fátima, 5, usurpados, todos, en su totalidad. «No es competencia nuestra», recuerdan desde el Consistorio. Al igual que la falta del servicio nocturno de urgencias, de lunes a jueves, en el centro de salud Marie Curie: «Hace años que la Comunidad de Madrid cerró las urgencias entre semana». Precisamente, el vecino apuñalado un mes atrás acudió por su propio pie hasta el centro, a esas horas cerrado, por lo que tuvo que esperar a los sanitarios del Summa-112 para que lo trasladaran hasta el hospital Severo Ochoa, donde ingresó en estado grave.
El mal estado de los dos colegios ubicados en La Fortuna -denunciado por las Ampas- supondrá la enésima reivindicación de una comunidad que esta tarde, a partir de las 19:30 horas, pedirá a viva voz una mayor implicación de las administraciones. «Si no nos hacen caso, seguiremos con las protestas. Lo siguiente será cortar la M-40, a ver si se dan cuenta de la fuerza que podemos llegar a tener», precisan los organizadores de la marcha, haciendo hincapié en el carácter cívico y apolítico de la misma.

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