El exsuboficial José Óscar Gómez advirtió de que en el mantenimiento de los sumergibles «los trabajos de las empresas eran ficticios y en realidad los realizaban marineros».
«Si hubieran hecho caso (a las denuncias) en lugar de matar al mensajero, quizás no pasarían muchas de estas cosas». José Óscar Gómez, ex suboficial primero de la Armada, de 53 años, se refiere no sólo al submarino desaparecido ARA San Juan, sino también «a otras tragedias, en todos los ámbitos, enmarcadas en la corrupción sistémica de Argentina». En 2007 advirtió que «los sobreprecios en las reparaciones de los submarinos, las falsas adjudicaciones de tareas a empresas fantasmas» o dicho de acuerdo a la querella que interpuso contra la cúpula de la Armada, «la estafa» al Estado que forzosamente salpicaría «a los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y a sus ex ministros de Defensa, Nilda Garré y Agustín Rossi».
Gómez permaneció 18 años en la Marina, trabajó en los astilleros Domeq García (hoy Almirante Strain) donde se reparaban los submarinos, vio con sus propios ojos los desmanes continuos y anticipó las consecuencias fatales que podrían suceder. Elaboró un expediente detallado y lo llevó en persona al Ministerio de Defensa para que lo investigara. El resultado no fue el esperado, «fui un ingenuo», reconoce. La ministra Garré «trasladó la investigación a los subalternos de los investigados», observa. En pocos meses sufrió, en primera persona, los efectos de su intento de mani pulite con «acosos» y «mobbing». «Primero me desplazaron a Puerto Belgrano (en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires) y finalmente, en 2010, me destituyeron», recuerda. Entre una decisión y otra intentaron que «rectificara» y retirase la demanda penal interpuesta (al ver la parálisis de las autoridades), pero «consiguieron el efecto contrario, que insistiera con más fuerza».
«Como en el triángulo de las Bermudas»
La imagen que mejor refleja las escenas que presenció las resume en una expresión, «era como estar en el triángulo de las Bermudas». «Ministros, secretarios de Estado, almirantes, capitanes...» formaban parte de la red que «presuntamente» (término que acompaña a todas sus declaraciones durante la entrevista) se dedicaba a hacer «negocios espurios».
El proceso de corrupción que denuncia lo explica con precisión. «En el mantenimiento de media vida de los submarinos (incluido el ARA San Juan) los trabajos de las empresas eran ficticios. En realidad, los realizaban los marineros. El pillaje se extendió a los submarinos que estaban fuera de uso. Estos se desguazaban y vendían los metales en el mercado negro. Llegué a hacer hasta de detective. Seguí e identifiqué los sitios donde comerciaban con los restos de las naves. En simultáneo -añade- alquilaban inmuebles de la Armada a particulares que cobraba la cadena militar. El uso que le daban solía ser como depósito de empresas de electrodomésticos o de cualquier otro sector».
-¿Estas actividades las realizaban a la vista de todos? ¿Existían algún tipo de vigilancia?
-La seguridad de los recintos estaba adjudicada a empresas privadas pero, de nuevo, lo cierto es que éramos nosotros, los marinos, los que desempeñábamos ese cometido.
-¿Conoce si hubo compras de repuestos o materiales defectuosos?
-No hablé de material defectuoso ni en mal estado. Lo que sí había en la Marina eran recursos de menor categoría. Compraban los descartes de Estados Unidos de la Segunda Guerra Mundial.
-¿Cobraban algo los marineros por realizar esas tareas paralelas?
-En teoría no tenían que realizarlas ni cobrarlas pero en la práctica estaban en ello. Yo, no vi nunca trabajar a alguien que no perteneciera a la Marina, jamás pasó por los astilleros un civil. El problema para los marinos que cobraban pagas extras en negro es que también estarían en falta. Si lo confiesan se incriminan porque es un delito. Si se investiga a fondo creo que su única alternativa sería recurrir a la figura del arrepentido para que la pena no sea tan dura.
-¿Los escenarios que describe pueden estar relacionados con la tragedia del ARA San Juan?
-Mientras no se localice el submarino es difícil saberlo a ciencia cierta. Pero el mantenimiento del San Juan no tendría por qué estar exento de la corrupción... Es posible que afectara directamente a su condición operativa y que ésta no fuera óptima.
-Un grupo de familiares de la tripulación se ha querellado contra la Armada alegando esas razones...
- La Armada nunca reconocería que el mantenimiento no era el adecuado. Hacerlo significaría delatar una cadena de corrupción que podría afectar a los altos mandos actuales además de a los que yo denuncié.
-El Gobierno anunció una investigación para esclarecer todo...
-El Gobierno tampoco puede ahora reconocer, con crudeza, lo que pasó. Hará esa investigación y después se pronunciará.
-El capitán Enrique Balbi, portavoz de la Armada, defiende el estado de la flota en sus comparecencias diarias...
-Es un oficial impecable pero no tiene autonomía funcional. Me explico, únicamente puede decir lo que le dictan sus superiores. No le deseo a nadie estar en el lugar del capitán Balbi.
-¿La corrupción que describe surge con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner o es anterior?
-Puede ser que hubiera antes, pero lo que yo viví fue de su gestión. Esos fueron los gobiernos que me tocaron a mí. Lo vi, estuve allí, nadie me lo tuvo que contar. Recuerdo cuando Néstor Kirchner anunció que había destinado 50 millones para poner en funcionamiento los astilleros Domecq García y en ese momento nosotros estábamos desratizando y desbrozando de yuyos (arbustos) el lugar.
-¿Es posible esa red de corrupción sin que los ministros y los presidentes formaran parte de ella?
-Presuntamente todos son cómplices y de primera relevancia. La exministra Nilda Garré, su sucesor Agustín Rossi, el matrimonio Kirchner y la cúpula genuflexa y antipatriótica de la Armada que encabezó el almirante (retirado) Jorge Omar Godoy, hoy condenado por espionaje.
-¿Confía en que el Gobierno de Mauricio Macri llegue hasta el fondo en este asunto de irregularidades y «presunta» corrupción ?
-Tengo la imperiosa necesidad de creerle. No le queda otra opción que hacer las cosas bien. La sociedad demanda que la corrupción no sea un legado cultural eterno en la historia. Necesitamos una nación saneada, libre de la lacra de la corrupción que desangra al erario público.
La Oficina Anticorrupción ha retomado estos días aquella causa judicial que presentó José Óscar Gómez y que, durante el kirchnerismo fue víctima, como muchas otras que afectaban a esos Gobiernos, de un oportuno carpetazo. La querella fue rebotando de un juez a otro hasta que cayó en manos de Norberto Oyarbide, el mismo magistrado que absolvió, en tiempo récord, de enriquecimiento ilícito al matrimonio Kirchner y que renunció el pasado año para evitar someterse a juicio político por corrupto. «Era un servidor de ambos expresidentes pero cometió un error al archivar la causa porque, ahora, se puede reabrir. Si hubiera dictado el sobreseimiento no podríamos hacer nada», celebra Gómez.
ES UN POCO LO QUE SUELE HACER ESPAÑA CON EL PORTAVIONES YA DESGUAZADO Y ALGUN OTRO MATERIAL, LOS SUBMARINOS ESPAÑOLES SON MÁS VIEJOS QUE LOS ARGENTINOS, PERO LO BUENO ES QUE NO SALEN PARA EVITAR MALES MAYORES. YA NOS CUIDA EEUU.
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