Isabel Carrasco fue asesinada tras cinco intentos fallidos en varias semanas
La presidenta de la Diputación leonesa fue seguida por las supuestas autoras
Las autoras llevaban al menos un mes planificando el crimen.
El asesinato de la popular Isabel Carrasco, presidenta de la diputación de León, no fue fruto de un repentino calentón de la víspera. Las presuntas autoras del crimen, Monserrat González y su hija, Montserrat Triana, habían realizado varias intentonas previas —las fuentes policiales informantes mencionan hasta cinco ensayos—, pero, finalmente, por razones diversas no llegaron a consumarlo. Tal dato sale tanto de sus declaraciones como de las primeras pesquisas policiales, según fuentes de la investigación. La mujer ha contado a los investigadores que llevaba dos años dándole vueltas a la idea de matar a la dirigente popular, con quien había tenido amistad.
Montserrat González ha confesado que fue ella la que mató a sangre fría a Isabel Carrasco por rencor, por una inquina acumulada desde que la presidenta de la Diputación de León despidió a su hija en 2011, según han confirmado fuentes policiales. Ella fue la que empuñó el revólver Taurus que una policía local, amiga de la hija de la ahora asesina confesa, entregó anoche en una comisaría. El círculo del crimen parece cerrarse así con todos los elementos: cadáver, arma, móvil (rencor, "inquina personal") y autor material. Pero quedan por aclarar los papeles de la hija, la agente que se quedó el revólver y cómo la mujer rumió durante dos años, tal y como ha confesado, la idea obsesiva de matar a la persona que consideraba la causante de los males de su hija.
La confesión de la madre se ha producido en las últimas horas. Solo ha sido una corroboración de lo que los investigadores ya tenían claro. El asesinato fue gestado durante semanas por la madre -y posiblemente la hija-, que planificaron el crimen al detalle pero sin contar con un elemento clave: los testigos. Los agentes están convencidos de que las mujeres hicieron varias esperas a Carrasco en las proximidades de su casa y que el crimen fue perpetrado el lunes pero pudo haber sido antes o después; el día que la política caminase sola por la calle.
Dado que el asesinato se produjo en una pasarela, que la víctima solía atravesar cada lunes por la tarde para acudir a una reunión del PP en León, esto hace pensar a los investigadores que las presuntas asesinas habían seguido previamente los pasos de Carrasco y que por haber advertido algún riesgo o problema para su ejecución desistieron a última hora. Tal ruta, su camino hacia la sede del PP de León por dicha pasarela en la tarde de cada lunes, le hacía un blanco fácil. En otras jornadas podía variar su horario o ruta, pero ésta era fija. Por ello, dado que sólo usaba esta vía a la sede del PP una vez a la semana, la planificación y ensayo del crimen pudo haberse iniciado hace más de un mes.
Igualmente, la declaración de ambas, madre e hija, lejos de ofrecer una exculpación rezuma una obsesión contra la asesinada, que explica el arranque de su motivación. Singularmente, la hija, “que estaba obsesionada” con Carrasco, según las fuentes informantes. Los resultados de la prueba de la parafina se demorará aún varios días, pero la policía cree bien encauzada la investigación con la declaración de ambas y la existencia de un testigo presencial. La mezcla, a iguales dosis, de obsesión y planificación, desconcierta a los investigadores.
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