Carmen Harto, en el salón de su domicilio alicantino.
La explosiva entrevista de la viuda de Gonzalo de Borbón, enferma.
Carmen Harto (Tudela, Navarra, 1947) se encuentra en la recta final de la vida. Y no precisamente por edad. Tiene 65 años, pero padece una metástasis renal en el mediastino. En algunas personas conocedoras de su destino (con una certeza cercana al 90%) se instala el desasosiego. En otras, la templanza. Carmen está en este último grupo. A pesar de la negación inicial, ahora asume su fin. Y lo dice totalmente desprovista de dramatismos. Confiesa no tenerle miedo a la muerte aunque sí a la enfermedad y al sufrimiento.
El matrimonio de Gonzalo de Borbón y Carmen Harto duró solo unos meses
Conocida para los ciudadanos por su romance y posterior boda con Gonzalo de Borbón (primo hermano del Rey), Carmen era una alegre mujer periodista de TVE que perdió todo (trabajo incluido) tras el fugaz y fallido matrimonio con el aristócrata. Matrimonio que, por cierto, nunca llegaron a validar en España (se casaron en México) porque la periodista enseguida se dio cuenta del error cometido y no lo quiso validar a su vuelta del viaje de novios.
Desde su casa de Alicante habla con LOC DIARIO con calma de su situación vital.
- ¿Cómo se encuentra, Carmen?
- Estoy resignada.
- ¿Cómo recuerda el día que le dijeron que esto no tenía remedio, que la medicina ya no podía hacer nada más?
- Fue en una revisión rutinaria y fue un auténtico mazazo, un golpe tremendo porque después de haber pasado siete años de mi cáncer de riñón, de haberme quitado uno, pensé que estaría superado y no me imaginaba ni remotamente que se me pudiera haber reproducido, mucho menos en el mediastino, un sitio poco frecuente. Sí contaba que algún día se pudiera pasar al hígado o incluso al otro riñón, pero no ahí. Lo peor no fue asumir el diagnóstico, lo peor fue asumir que no tenía cura.
- ¿Cómo reaccionó?
- Recuerdo que tardé un par de semanas en comenzar a asumirlo. Los primero días fueron de negación, de rabia. En mi caso particular (no digo que en el de otros enfermos) el tratamiento de quimio y de radio no me hace nada. Me han recetado unas pastillas, pero desde hace un mes y medio me las retiraron porque me provocaron una lesión cardíaca... Pasadas esas semanas iniciales comencé a asumir que esto es lo que hay, ahora lo tengo, digamos, asumido en un 90%. De momento estoy sin tratamiento a la espera de ver qué deciden los médicos y yo.
- ¿Tiene miedo a la muerte?
- No, para nada. No me quiero morir, eso también es cierto, pero no le tengo miedo a la muerte. A lo que sí le tengo miedo es al dolor y al sufrimiento que esta enfermedad me pueda traer. Eso sí. Y me gustaría aprovechar para decir que en este país deberían respetarse más las decisiones de los enfermos de cáncer así como decirles la verdad para que ellos escojan qué tratamientos quieren. Cuando voy al oncólogo y veo personas de 80 años sufriendo las consecuencias de la quimioterapia pienso que no hay ninguna necesidad, que deberían dejarlos a ellos decidir. A veces la mejor decisión puede ser no darse ningún tratamiento, nada más que los paliativos.
- ¿En qué ha cambiado su vida?
- Yo llevaba una vida tranquila, pero ahora más, claro. Estoy muy limitada físicamente, apenas salgo de casa, me canso, tengo dificultades para respirar.
- ¿Y en el plano espiritual?
- No. Yo no soy creyente y la enfermedad no me ha hecho convertirme. Sigo creyendo que después de morirnos no hay nada. Además tengo muy asumido que la muerte es una consecuencia de la propia vida. Así que no ha cambiado mi vida en ese aspecto.
- ¿Tampoco ve las cosas de otra manera? ¿Amigos que le han fallado? ¿Lo contrario?
- He sido yo la que he dejado a la gente porque noto que el cáncer sigue provocando miedo, la gente se asusta, te trata de otra forma cuando sabe que tienes cáncer. Soy yo quien se ha ido retirando poco a poco porque comprendo que las enfermedades largas cansan a la gente, lo cual me parece muy humano por otra parte. Claro que he tenido desengaños con amigos, pero también alegrías por parte de gente de la que no me esperaba nada.
- Si hace un balance de su vida, ¿cuál es?
- Estoy orgullosa hasta de mis errores. Lo peor en la vida es saber que te vas y no haber vivido como querías y yo puedo decir que lo he hecho. Y esto no implica ni dinero, ni lujos sino vivir intensamente. Y los errores forman parte de las vivencias, estoy orgullosa de mi vida y de mi hija. Tengo el baúl lleno.
- ¿Cuáles han sido esos errores?
- ¿En 65 años? Uf, muchísimos. ¡Ha habido tantos...! He sido siempre una rebelde.
- ¿Casarse con Gonzalo de Borbón fue uno?
- Ése es uno, desde luego. Además de nuestro fracaso como pareja, el error fue porque me arruiné a su lado y porque después de haber sido su mujer se dejó de verme como una periodista. Yo tenía una carrera detrás que se esfumó con el divorcio. Se me vetó. Y me costó un alto precio salir a flote. Dejé de ser periodista para ser famosa sin quererlo yo.
- ¿Le ha perdonado?
- Sí. A estas alturas de mi vida no le guardo ningún rencor. Además es que no me gusta la palabra rencor. Lo que haya habido entre nosotros ya ahora carece de importancia, ¿para qué? No tiene ningún sentido guardar rencor, mucho menos tantos años.
- ¿Y si a pesar de todo hubiera cielo, llega y se lo encuentra ahí?
- Ja, ja, ja, ja, ja (se ríe a carcajadas). Sería difícil, pero lo saludaría, claro que sí. ¿Por qué no?
- ¿Y se tomarías una copa con él?
- Sí, los dos tomaríamos un whisky, era quizás la única cosa en la que coincidíamos, en la bebida que tomábamos, aunque él se lo tomaba con agua y yo con Coca-Cola.
- ¿Quién pagaría la cuenta?
- Ja, ja, ja, ja, eso sí que lo tengo claro, la pagaría yo, ¡como siempre! Bueno, intentaría que algún angelito nos invitara.
- ¿Sigue habitualmente las noticias del corazón? ¿Cómo ve a su sobrino, Luis Alfonso de Borbón?
- Es un poco sombrío, como su padre, ¿no? O a lo mejor es engolamiento. No sé si es feliz, imagino que sí, pero apenas lo exterioriza. Desde luego se ha casado con una mujer con una importante y potente economía. Lo veo tranquilo y no sé si a estas alturas de la vida se le habrán pasado ya las tonterías de su padre que llevaba la corona en el bolsillo.
- ¿Y sobre la Familia Real y lo último que está pasando?
- Muy tocada. Sobre el Rey y los escándalos de su amiga especial, Corinna, no me ha sorprendido nada de nada porque lo lleva haciendo toda la vida, lo que pasa es que antes no se podía hablar del tema, mucho menos publicarlo. Yo he conocido a varias amigas especiales del Rey. Lo escandaloso es que lo pillaran.
- ¿Y la Reina?
- Tampoco me sorprende su postura. Es la de siempre. Le tengo un profundo respeto y afecto. A pesar de que siempre se dice que el Rey dice de ella que es una gran profesional, esa frase yo siempre se la escuché decir a Gonzalo, mucho antes que al Rey.
- Seguimos con la familia: Urdangarin
- ¡Una vergüenza! Y parecía tonto. Pero igual de vergonzoso me parecía que no se hubiera imputado a la Infanta.
- Letizia
- ¡Ay, ay, ay! (se ríe) Siempre he dicho que hay que saber con qué Borbón se casa una. Yo perdí mi trabajo y ella se convirtió en una de las mejores periodistas de España en décadas. En España somos muy cortesanos. No sé si será una buena Reina y además es que ya no lo veré.
- ¡Quién sabe!
- No. No lo veré. Además es que el Rey está muy bien. A Letizia la veo muy prepotente, muy marisabidilla. Querer mantener su intimidad yendo a conciertos, trabajar con horario, librar el fin de semana... ¿Acepta los privilegios que su cargo le comporta, pero no quiere aceptar las obligaciones? La Familia Real ha perdido muchos puntos. Es el momento de un referéndum, de preguntar a los españoles si quieren o no una Monarquía. Las monarquías están en desuso.
- ¿Y de su ex cuñada, qué opinas?
- ¿Qué ex cuñada?
- Carmen Martínez-Bordiú
- Ah...uf, no sé cómo se puede encajar una vida tan liberal y al mismo tiempo seguir defendiendo al abuelito.
- ¿Un deseo para este año que acaba de comenzar?
- Que se estanque mi enfermedad.
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