España: Se vende.
Tanto Jordan Belfort, el de El Lobo de Wall Street, como Gordon Gekko, el de Wall Street, y sus epopeyas de sexo, drogas, sobornos, dinero rápido... pisando siempre los limites del código penal, no pertenecen a la ficción sino al realismo sucio. Los héroes de la burbuja se han escapado de la pantalla y están en nuestra ciudad para comprar todo lo que ha quedado sin dueño.
Tenía razón Botín, está llegando dinero por todas partes. Vienen con 30.000 millones para comprar España. Se quedan con los créditos impagados, los avales de las familias y, previo acuerdo con las aseguradoras, provocan la quiebra de empresas con problemas después de coaccionar con subidas de intereses de usura hasta del 100%.
«Digan lo que digan, España no es locomotora, es un vagón lleno de mafiosos que se aprovechan de los activos tóxicos y se apoderan de compañías», me dice un millonario con la soga al cuello. Les llaman buitres, lobos y tiburones, insultando a los predadores de la casa de fieras.
Son más torvos que el lobo de Gubbio, no devoran corderos sino países. Provocan la extinción de las compañías cuyos bonos poseen. Son los compradores de bancarrotas, los tramposos en la timba, los prestas del juicio final, los ojos del mal. La mayoría de las operaciones se hacen con capital ficticio, en una conchabanza entre bancos, seguros y brókeres. Trocean las empresas, las revenden, las traspasan o las hunden para cobrar los seguros. El mundo es para ellos un casino sin ley. Les vale todo, créditos fallidos, deuda hipotecaria o el pan Bimbo. «España está a buen precio -sigue el informador- y la van a comprar».
Ahora han echado sus garras en las compañías del juego, en realidad una suerte de oficinas de recaudación del Gobierno y de financiación ilegal de los partidos para pelar a la gente en los maravillosos tiempos de la timba.
Desde la lotería de Esquilache a las tragaperras, los recaudadores del fisco se han llevado la parte del león. La requisa de tasas tomó una especial virulencia en Argentina, donde coaccionaron a la multinacional española Codere, que tuvo que soltar 110 millones de euros para renovar la licencia, con la amenaza de nacionalizar si no apoquinaban.
Esta hazaña puso tiritando a la compañía. Se endeudó con Barclays, Credit Suisse y BBVA. Estos bancos realizaron una cesión de deuda a los hedge funds. Cuando el presidente de la entidad, José Antonio Martínez, fue a hablar de la deuda con los bancos, éstos contestaron: «Hemos vendido su deuda. Entiéndase con ellos».
Una empresa que factura 1.664 millones y paga 520,6 millones de tasas está en manos de los buitres. «Saquean a quien se deje, nosotros vamos a pelear. Hemos denunciado las maniobras a la CNMV para que investigue si la póliza de seguro de impago y otras trampas se hicieron con su consentimiento», me dice José Antonio Martínez. Va a hablar con diputados de UPyD e IU para denunciar que los buitres se pasan la regulación por la flauta de jade.
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