Empobrecimiento del país por decreto y resistencia de los repúblicos a ello.
Arrecian las noticias de cómo los representantes políticos en las instituciones del Estado trincan a todo meter mediante dietas, emolumentos y gabelas por desplazarse al trabajo, alimentarse entre sesión y comisión o alojarse a lo grande en la capital del reino. Hablamos de sucesos que acaecen tanto en el Parlamento español como en la Junta del Principado, y el dato más llamativo es que al frente de poner la palma de la mano y el bolsillo se halla el presidente del Gobierno, el propio Mariano Rajoy Brey. Volveremos sobre todo ello y con ánimo de no perder la serenidad, porque a este paso los españoles o los asturianos nos iremos afiliando cada vez más al difuso mundo de los antisistemas y llegará el día en que los repúblicos serán increpados por las vías públicas, o arrojados al suelo desde sus calesas, o golpeados en el zurrón de sus gabelas.
Es decir, que ese trincar a toda pastilla sumado al deterioro general de los bolsillos ciudadanos podría desembocar en situación explosiva, con la circunstancia agravante de que nuestros pobres políticos se demuestran incapaces de sanarse a sí mismos. Esto último ha pasado siempre y basta con que nos remitamos a esa imagen siniestra de todas las manos edilicias levantadas al unísono en el primer Pleno de una Corporación municipal para aprobarse sus sueldos. Esto mismo es trasladable a los parlamentos autonómicos y a las cámaras de la capital de la nación. Cierto es que se han metido un poco la tijera a sí mismos, pero el volumen de prebendas era de tal calibre que aún siguen amasando privilegios y acentuando desigualdades.
Entre tanto, el pueblo soberano se echa a las calles arañando las rebajas, algo que, como todo en el marco de esta crisis, ha sido sometido a una nueva legislación de comercio cuyos dos pilares fundamentales son: primero, sálvese quien pueda -es decir, que cada comerciante sobreviva como Dios le dé a entender-, y segundo, véndase cualquier cosa, incluso material de segunda producido para alimentar las rebajas. El proceso de empobrecimiento de este país está dictado por decreto, pero los políticos resisten.
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