Me pregunto en qué momento perdimos el derecho a aparcar en la calle, o el de ser atendidos en alguna oficina para hacer cualquier gestión. Ahora perdemos los nervios si no llevamos suelto para pagar el parquímetro, y en muchas situaciones nos conformamos con que nos atienda en la puerta de cualquier edificio algún guarda de seguridad o cualquier empleado o empleada de turno; que suele ser muy amable pero que nos traslada el mensaje, "tú, con tus dudas y tus particularidades, molestas". No digamos si quieres protestar, que siempre habrá personal dispuesto a acallar ese conato de revuelta.
No recuerdo si de pequeña en la escuela estudiamos la Constitución. Ahora, creo que debe ser trabajo "obligatorio" en los institutos, para que desde allí, con una mirada fresca e inconformista, hagan propuestas de soluciones a temas de interés público por parte de nuestros y nuestras jóvenes. Seguro que sorprenden.
Y como ciudadanos adultos y adultas, tendríamos que conocer la Carta Magna casi de memoria, para, en vez de callar, hacer valer nuestros derechos con dignidad cuando sean vulnerados.
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