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miércoles, 9 de abril de 2025

EL SER HUMANO NO IMPORTA MUCHO.

 No hay una flor igual, ni un planeta, ni una estrella, ni un ser humano es igual a otro. Si todo fuera colectivo y seriado, la vida carecería de sentido. La vida nos va llegando cruzando el ADN con Margarita y Manuel y así cada ser tiene la oportunidad de dar gloria al Creador por sí mismo. A partir de ahí la personalidad se va forjando como algo que se puede trabajar, moldear, afinar y mejorar, porque todos tenemos inclinaciones hacia el bien o hacia el mal. Lo del mal es fácil, es dejarse llevar, pero lo del bien es algo que hay que aprender, reconocer, y así esforzarse por darle el mejor color posible a esa flor.

Quienes no se esfuerzan acaban siendo un problema para los demás, dificultándoles un desarrollo en positivo. Guerra, crimen, corrupción, hambre, contaminación... ¿Hay futuro? Queda un futuro si le demostramos a nuestro Creador que podemos adecuarnos a su sistema de vida, ese en el que los unos no pueden recortar el camino de los otros, así que no queda más remedio que aceptar que habrá un juicio tras la experiencia humana para rescatar a aquellos que podrían prosperar sin los que son un peligro constante. Eso se suele asociar al fin del mundo, aunque en realidad se trata del mundo producido por el ser humano, no el maravilloso mundo del que todos podríamos disfrutar, que para eso fue creado.

Está escrito que eso vendrá con el Reino -gobierno- de Dios que sustituirá a los fracasados, corrompidos y a veces ridículos poderes humanos. ¿Un gobierno que nos ayude a vencer las debilidades y que de potencial a nuestras cualidades? Si no es así, despidámonos ya de la vida. Sin propósito, al planeta no se le va a hacer recuperarse y al ser humano tampoco, así que alegrémonos en la esperanza de que el Creador del universo se fija en el que está dispuesto a vivir en armonía con su prójimo: "Y por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte. Pero el que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo" (Mateo 24:12,13). Y por fin... "Los justos heredarán la tierra y vivirán en ella para siempre" (Salmos 37:29).

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