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domingo, 23 de febrero de 2025

LA HIPOCRESIA FEMINISTA UN ENGAÑO

 Creo que, en efecto, caímos todos en la trampa de este feminismo destructivo; lo peor, también los jueces. El juez que dictó sentencia contra Rubiales todos sabíamos que no se atrevería a responder judicialmente con la personalidad requerida en un juicio mediático sobre un beso eufórico ante miles de espectadores en directo y millones detrás de las televisiones, sobre todo con las pruebas inmediatas posteriores, donde nadie le daba la importancia que se le dio a partir del momento que entran en liza las feministas a "descuartizar" a Rubiales al precio que sea (solo por ser hombre y cometer una estupidez, no me creo que nadie se proponga agredir sexualmente a nadie delante de millones de espectadores, solo por eso, ya el juez de primera instancia debería sobreseer el procedimiento de inmediato); fue una falta de respeto, nunca una agresión, debería ser una falta sin más, como así lo dejo entrever poco después la víctima con Juanma Castaño o bailando y cantando en el autobús, si era delito, ¿qué pedían, repetir el beso, el delito? Estamos como tochas sin freno. Vimos vídeos y entrevistas a la víctima, a compañeras y familiares, todas recalcaron y hasta jaleaban la escena sin un ápice de resentimiento por agresión sexual.

Sentará un precedente esta condena por mínima que fuera.

Luego, tenemos pendiente lo de Errejón; ahora sin pruebas contundentes hablan de Monedero. Si fuéramos creíbles todos, estaríamos defendiendo la presunción de inocencia incluso para estos dos y los que vendrán, los artífices de esta persecución sin cuartel despreciando presunción de inocencia y la exigencia de pruebas. Pero no, hasta el juez hizo caso de la palabra y denuncia de la mujer sin valorar que ese beso fue dado ante millones de espectadores y en un entorno de amistad y celebración por un Campeonato del Mundo. Si ese beso es agresión sexual, lo que vendrá después será destrucción de familias y hombres sin duelo. Solo aplicar aquella máxima del "yo sí te creo, hermana" y el "solo sí es sí" al mismo tiempo que deberán los jueces ignorar pruebas y meter la palabra del hombre en un saco roto.

Caímos todos en la trampa, tardarán años en arreglar esta anomalía jurídica por tanta moralina al servicio de revanchismos, odios y rencores.

Debo recalcar que ese beso no me gustó, y por supuesto toda agresión sexual debe ser castigada duramente cuando concurran las bases judiciales y penales para condenar a alguien, que no son otras que las investigaciones sobre indicios claros que nos lleven a recabar las pruebas necesarias para existir caso. De lo contrario, vale más que cien culpables anden sueltos que un solo inocente pague por lo que no ha hecho.

Creo que todos estaríamos saltando como pollos sin cabeza si Errejón, Monedero o Pablo fueran denunciados falsamente y condenados sin más, para que se traguen su propia pócima. Pero no, recapacitando, creo que la seriedad debe imperar, ya sean ellos u otro cualquiera, la presunción de inocencia debe prevalecer y que la palabra de nadie sea considerada verdad absoluta para causar daños irreparables a personas, hijos y familias enteras.

Seamos sensatos, debemos poner pie en pared, no nos dejemos llevar por relatos y políticas tóxicas e interesadas de estas niñatas misándricas en reparto de pingües beneficios, con sueldos golosos, cargos a repartir, mucha notoriedad, e influencia creciente por todos los países con presupuestos despilfarradores en busca de un relato sexista que, por ser cierto en cuanto a la violencia de género, no caben improvisaciones por frustración en forma de leyes discriminatorias por precipitación, como está sucediendo. Todos tenemos desgarro y frustración cuando suceden tragedias sobre cualquier mujer en el entorno familiar. Difícil de asimilar tragedias entre personas que convivían y se llegaron a amar algún día.

He dicho.

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