Como era de esperar, para quien conozca bien la Francia actual, el partido Agrupación Nacional de Marine le Pen no ha ganado las elecciones legislativas. La hipotética victoria de la ultraderecha que adelantaban los medios era una llamada más a la movilización para impedir que algo cambiara, de hecho la participación es estas elecciones ha sido histórica desde 1997, con un 66,71%. El plan de ingeniería social de sustitución para la creación de nuevos nichos de votos cautivos ha triunfado en Francia y la prueba del nueve ha sido ver cómo en los barrios de la periferia de París, donde tradicionalmente había una gran abstención, la gente ha acudido en masa a las urnas. Voy a decirlo sin tapujos: La inmigración, como en Reino Unido, ya decide quién gobierna en Francia.
El Nuevo Frente Popular que lidera Mélenchon ha ganado las elecciones obteniendo 182 escaños en la Asamblea Nacional Francesa. Se trata de una amalgama de partidos y personajes que van desde los verdes hasta los socialistas, pasando por excomunistas y movimientos "progresistas" varios. Para entendernos, es algo parecido a Sumar, la misma pseudoizquierda, porque de izquierda ya les queda muy poco. El domingo electoral una señora que era entrevistada por una cadena de radio en la calle decía: "Yo soy de ultraizquierda, pero voy a votar a la ultraderecha". Pues bien, ni con esas, franceses.
En segundo lugar ha quedado Juntos, el partido de Macron, con 168 escaños, y el partido de Marine le Pen se ha visto relegado al tercer puesto, con 143 escaños.
Mélenchon no tiene mayoría absoluta, pero, como ha ganado las elecciones, reclama para sí el puesto de primer ministro. El sistema electoral con segunda vuelta, el voto del miedo de la inmigración y de la derecha "moderada" y la suma de partidos que solo se parecen entre sí en lo alejados que están de la realidad han mediatizado el resultado electoral dando el triunfo a los que, de otra forma, no hubieron ganado nunca en Francia. Pero otra cosa es que el poder, el verdadero poder, que apadrina a Macron, deje gobernar a la que anteayer era la Francia Insumisa. Así que a mí no me extrañaría algo que parece, a priori, de locos: que, en efecto, el primer ministro sea Mélenchon pero que luego la mayoría de las leyes e iniciativas salgan adelante en la Asamblea Nacional Francesa con los votos de los de Macron y los de Marine le Pen. Una vez que los de Agrupación Nacional no van a poder imponer su agenda, bien podrían ser unos tontos útiles para Macron y sus padrinos. Si no fuera así, Juntos, el partido de Macron, tendría que pactar con el Nuevo Frente Popular de Mélenchon, algo que no se debe descartar en absoluto, pero que no gustaría a algunos del batiburrillo pseudoizquierdista, porque eso sería su sentencia de muerte. Así que todo va a depender de lo que decida Agrupación Nacional, que ha perdido, sí, es evidente, pero no tanto como las cifras dan a entender.
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