LO NEGRO NUNCA SERÁ BLANCO DIGA QUIEN LO DIGA
A los actuales políticos de extrema izquierda que nos gobiernan se les llena la boca cuando nos hablan de su progresismo. Es una doctrina política del siglo XIX que fracasó al no poder casar ideas con realidades. Lo mismo le ocurrió en el XX a la Internacional Comunista, que se quería comer el mundo y al final solo dejó revolución, guerras, muerte, destrucción y miseria. Todavía persiste en Cuba, Venezuela, Corea del Norte, China... Aunque esta última con libre mercado capitalista, ciudadanos muy trabajadores y un gobierno donde todos reman en la misma dirección, es un caso aparte.
Un sistema nunca visto es el de España con un gobierno de dos partidos, uno de los cuales es la unión de tropecientos, que más que unidos andan a la greña defendiendo sus ridículos intereses. Luego se apoyan en partidos nacionalistas, herederos de ETA, independentistas... Y luego Sánchez sacando leyes y normas para ir contentando a unos amiguetes que descaradamente le tienen contra las cuerdas, pidiéndole traspasos de competencias, ayudas económicas, amnistía, referéndum independentista. Y en la oposición del PP, que ganó las elecciones, y a Vox, a los cuales superan por cuatro diputados.
Lo normal sería que este gobierno durase muy poco, pero con Sánchez dispuesto a todo menos a dejar el sillón, y a “hacer de la necesidad virtud”, y unos socios que saben que jamás encontrarán a alguien tan “manejable” quizás terminen la legislatura. Para España, o para todos, esto va a terminar muy mal. Me parece que estamos sentando malos precedentes negociando unos temas muy serios que siempre se creyeron intocables.
Veo gentes de toda profesión y clase social, socialistas y de cualquier otro partido, que no dan crédito a lo que está ocurriendo. De socialistas que no están en activo, Zapatero, el maestro de Sánchez, sí arrima el hombro y lo que sea necesario, pero activo, que se lo pregunten a Maduro, el dictadorzuelo bolivariano. Allí sí trabaja. A los antiguos socialistas ahora “disidentes”, y que ojalá esta nueva hornada se dignase a escuchar, les dicen que su tiempo pasó, y que si no quieren cooperar, callados están más guapos.
Bajo mi punto de vista, el progresista lo primero que debe procurar lo mismo en su casa, empresa si la tuviese o estamento público en el que tuviese puesto de decisión, es tener las cuentas saneadas, déficit cero y gestionar bien el presupuesto; bien la cuestión social, pero que sin un aumento de riqueza y producción, empresas fuertes que creen puestos de trabajo y por ello más entrada en las arcas públicas, más ayuda a gentes trabajadoras y emprendedoras, las mejoras sociales son inviables. No parece pensar así Yolanda Díaz, que solo habla de mejoras sociales y más y mayores impuestos. Hay mucho gasto superfluo; debería saberlo y actuar.
No es progresista amnistiar a una gente que cometió muy graves delitos, incluso de terrorismo, hechos que todos vimos por TV y que quieren dejarlo como si no hubiese ocurrido la más pequeña falta, y que allí los malos fueron unos jueces fachas y prevaricadores a los que había que encausar. Quieren el camino despejado para repetir los hechos como dicen que harán. Aseguran que no fue igual que lo que hizo ETA. No hubo los muertos que esta nos dejó, pero en violencia callejera ganaron por goleada; pero tampoco sufrieron las mismas condenas. Fue suerte que no hubo muertos, pero sí unos 600 policías heridos, algunos con secuelas de por vida. Tampoco son iguales todos los delitos de género sexuales, de robo, etc. Según la gravedad se castiga, pero todos se deben enjuiciar y condenar. Sánchez dice que pacificó Cataluña, pero miente y lo sabe.
Dice que hay que hablar y negociar, pero aquí solo hay unos que exigen y otro que cede a todo, y con falsa sonrisa nos asegura que todo es constitucional. Yo a esto (con perdón) lo llamo bajada de pantalones. Si ser progresista es hacer y consentir estas cosas, y otra infinidad imposible de transcribir aquí, yo no soy progresista.
P.D.-El pasado día 30 de enero, en el Congreso se votó la ley de amnistía. No salió, pero saldrá. Hubo insultos a jueces y a todo aquel disidente con su retorcida hoja de ruta. Fue algo vergonzoso y humillante para todo español decente. Lo único bueno, que todos quedaron retratados.
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