Viraje acertado con la luz
Este Gobierno solo acierta cuando rectifica, y lo hizo, contradiciéndose a sí mismo, rebajando el IVA de la luz al 5 por ciento. Sánchez ha acusado el golpe en Andalucía
La decisión del presidente del Gobierno de rebajar del 10 al 5 por ciento el IVA con el que se carga el recibo de la luz es una buena noticia para los usuarios. Tras el fracaso de muchas medidas-parche aprobadas en los últimos meses, y tras la decepción de imponer un tope al precio del gas que no está abaratando la electricidad, al fin el Gobierno admite una rebaja directa de impuestos como solución alternativa. Hasta ahora, y desde hace un año, cuando se vio forzado a rebajar el IVA del 21 por ciento al 10, Sánchez y su equipo económico siempre se habían negado a cualquier otra rebaja impositiva. Incluso, había argumentado que reducir más el IVA a la luz era solo una solución «cosmética» e irrelevante a medio y largo plazo.
Y ahora, la aprueba a corto…
La realidad es que el Gobierno no quería hacerlo porque gracias a estos impuestos automáticos, y más en esta fase inflacionista, ha recaudado más de 13.000 millones de euros extra y rechazaba renunciar a esta bolsa de ingresos. La rectificación llega tarde y después de muchas recomendaciones a las que había hecho caso omiso, por ejemplo, las del PP. Pero bienvenida sea la rectificación porque, en efecto, es una medida con incidencia directa en el bolsillo por más que el Estado pierda una relevante cuota de recaudación.
Los motivos de Sánchez son evidentes. Andalucía ha demostrado que, más allá de premiar la moderación política sin extravagancias ni radicalismos, el ciudadano también vota irritado por los agujeros en su cartera. El rechazo a la gestión económica del Gobierno es creciente, y por eso la medida de Sánchez tiene mucho, muchísimo, de reactividad al fracaso del PSOE en esa autonomía. El anuncio de ayer en el Congreso, unido a la convocatoria extraordinaria de un Consejo de Ministros este sábado para improvisar nuevas medidas que alivien la presión de la crisis, revelan el grado de noqueo del PSOE, y su urgencia por rectificar el rumbo. En el fondo no deja de ser una muestra de escapismo, y en las formas, una manera de insistir en la propaganda a la que Moncloa se ha habituado desde el principio de la legislatura. Pero el mero hecho de ceder, y de asumir que muchas soluciones parciales puestas en marcha no han funcionado, solo puede revertir en beneficio del ciudadano, que es de lo que en realidad se trata.
Para España se ha acabado el tiempo de las soluciones artificiales. Llenar el depósito de combustible en cualquier gasolinera demuestra que la rebaja de 20 céntimos por litro que aprobó el Ejecutivo ya ha sido enjugada por otro alza de los precios. No sirven las soluciones mágicas y populistas de Podemos, derivadas también de su descalabro electoral en Andalucía. Su propuesta de subir el impuesto de sociedades solo a multinacionales del sector energético porque logran beneficios choca con la normativa europea, con las reglas de la competencia y con la libertad de mercado.
Además, fue expresamente desautorizada por Nadia Calviño. Y su idea de regalar 300 euros a los ciudadanos necesitados incide en una cultura del subsidio clientelar que nunca resuelve nada. El intervencionismo puro y duro no es ninguna solución, salvo como argumento de mítines sobreactuados que desprecian las expectativas reales de los votantes. La lucha contra la inflación, esa que ahora por fin ha reconocido Calviño como más dañina y duradera de lo esperado por Moncloa, no requiere de trampeos y atajos fáciles, sino de un plan de choque y de un acuerdo leal entre el Gobierno y la oposición. Lo contrario sería recurrir al tacticismo de siempre, precisamente ese que no está dando ningún resultado a la izquierda. Rectificar, si así se acierta, siempre es digno de elogio.
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